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Es automático. Apenas terminan las fiestas,  comienzan los propósitos del nuevo año. Pero en realidad, las New Year’s resolutions, como dicen los americanos,  no tienen nada nuevo. Es recopilar en un papelito, como si fuera la lista del súper, las cosas que nos pasamos pregonando todo el tiempo. Nota: todas las resoluciones abajo descritas deben ser exclamadas en el mismo tono de que usan las madres al señalarnos: “te lo dije”. 

Veamos. Escenario # 1: Sol, playa, varones, burbujitas y bote. Pero la ingesta desmedida de pan de noche nos obliga a permanecer envueltas en un pareo –nada que envidiar a un “patel-en-hoja” –  todo lo contrario a la sirena de rara belleza que juramos que seríamos al momento de adquirir tan encantador traje baño Missoni Mare.  Resolución #1: “Haré las paces con el gimnasio”. 

Escenario #2: te llegó invitación a un evento muy exclusivo y junto a esta vinieron  unos deseos incontrolables de “rullir” a todos con unos zapatitos Charlotte Olympia. Resolución #2: “Este es el año del ahorro” (con el voucher de la tarjeta de crédito en la mano y  los ojos “aguaos”). 

Escenario #3: estamos disfrutando de un hamburger con papas y de un pronto, la voz de la conciencia en forma de báscula de peso, te señala a tu vecina: una grácil criatura que disfruta, como en cámara lenta, sus vegetales y pescado a la plancha.

Resolución #4: “Voy a comer más sano”. Otra de las resoluciones más hermosas es la de pasar más tiempo con tus familiares… hasta que tu hermana te cruza por el frente “chancletiando” tus zapatos nuevos –sin el mínimo asomo de sensibilidad, como si fueran unos Crocs, horror de horrores– y entonces te acuerdas porque siempre tachas esta resolución. Y mientras la ciudad vuelve a su ritmo (el cual alcanzó velocidades insospechadas por el temblor de ayer en la mañana)  creo importante  que sepan que mientras los Clinton departían amenamente en PuntaCana, junto a Oscar De la Renta y el clan Rainieri,  el 31 de diciembre Romana, era pura poesía. Las celebraciones comenzaron en Palmilla, con botes anclados en una fila que llegaba a las Islas Vírgenes.

En el medio, en una especia de canal, adobado por champagne, todos “chapoletiaban” felices y bronceados. Se cuela que la lancha Neverland, que tenía una música fuera de serie, fue la más observada por los binoculares a su alrededor,  dada la peculiaridad y genuino entusiasmo de su disciplinadamente uniformadas tripulantes. (¿Qué?, los bikinis pueden ser uniformes, ¿no? ). Tampoco podemos dejar de mencionar la exquisita cena que ofrecieron Leo Matos y Xiomarita Menéndez en su residencia,  donde había más chic por centímetro cuadrado que hijitos lindos en casa de Gabino Guzmán y Daniela de Moya.

Entre los asistentes, Enriquito Bonetti y Annie Canaán, espectacular en un modelito de Thakoon, Gustavo Ariza y Argentina Matos. Pero el evento más comentado del fin de año fue la fiesta de Praia, en Playa Minitas, la cual excedió la dosis de gente bella recomendada por el Cirujano General. La música, totalmente fuera de serie, estuvo a cargo de DJ Laz (el cual ha trabajado con Pitbull y otros artistas más) y DJ Willy, ambos directamente desde Miami, y del talento local DJ Luis García y Mario Cabral. Todo parece indicar que las bebidas oficiales fueron Perrier Jouet y Grey Goose, y se vieron muestras de amistad inquebrantables entre los invitados y sus tragos.

Por allá fueron vistos Axel Haché, Nicole Chotin, Aquilino Guzmán y Rosángela Roig, Eduardo Najri y Claudia Handal, a quien Mac debería contratar como modelo del pintalabios rojo Ruby Woo, Titi Gadala, Mario y Elila Valdez, Cristina Herrera, divina en un Herve Leger rojo, Jorge Leroux y Francesca Robiou, muy esbelta y luciendo fenomenal en Oriett Domenech. Pasándola muy bien, Beatriz Asilis y Pablo Mustonen, Angelo Flores Dorrejo y María Alejandra Ortiz, Sofía Montes y Frank Pimentel, Amparo Montes, Neni Chotin y Plácido Fernández, Mimilo Jiménez y Marion Batlle, con un modelito que tenía todos los síntomas de ser Price upon request.

Entre las personas con más alta tasa de gozo, Sergio Arriz, Ruth Maltés de Arriz, Carmen Dipino, Catherine Cabrera y Jimmy Bassa, y dando cátedras de glamour sin esfuerzo, la delegación de la Ciudad Corazón, que nunca nos decepciona, compuesta por Catalina Bermúdez y Alberto Yunén, Rebeca Yunén y Roberto García,  Severiano López y Pamela Yunén. Se cuela que la llegada del alba trajo  flashes de memoria que recordaban exaltaciones de la amistad, osadías, redenciones, amenazas de manoteos vigorosos y demás manifestaciones de índole etílico. Resolución  #5: “No vuelvo a beber…”

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