La palabra “Freddybilidad”

La palabra “Freddybilidad”

ROBERTO VALENTÍN
Amén de sus capacidades histriónicas, por sus comentarios en serio, en defensa de los más sanos intereses de la nación y sobre todo porque su voz tiene peso y es creíble, se me ocurre la palabra “Freddybilidad”.

La Real Academia Española, independientemente del recurso denominado ‘polivalencia del lenguaje’, que establece la aceptación de un término o una expresión cuando su uso es ya muy frecuente, debería aceptar como buena y válida la palabra Freddybilidad, en sustitución de credibilidad, o al menos como un sinónimo, más que en la sinonimia relativa en la sinonimia absoluta.



Artistas del país y de toda América y Europa en distintas facetas, lingüistas, escritores, sociólogos y catedráticos en general, productores, camarógrafos, técnicos de televisión y comunicadores sociales, deberían abogar porque dicho vocablo aparezca en todos los diccionarios en idioma Español.

Sería un homenaje merecido, aunque no suficiente, para honrar a un hombre que no sólo ha demostrado en diversos escenarios su talento de artista multifacético, sino que además ha sido una voz en defensa de los oprimidos, un “telemaratonero” para servir de vehículo a la salvación o recuperación de enfermos, en muchos casos junto a Corazones Unidos, así como también un vocero para advertir sobre actitudes o propósitos malsanos de quienes han querido mancillar o zaherir nuestra querida Quisqueya.

Freddy Beras Goico, nacido en El Seibo en 1940, dominicano a carta cabal, ha sufrido las cuitas del destierro y ha sido encarcelado por motivos políticos. El Gordo de Oro, como también se le conoce, es uno de los valerosos ciudadanos que se opuso a la tiranía de Trujillo y tomó las armas por la soberanía nacional durante la revolución de abril de 1965.

Además de su coraje y su probada capacidad intelectual, él ha sido en la televisión, uno de los más importantes creadores de personajes, y más que ello, portador sano de la risoterapia, capaz de curar la enfermedad de la tristeza.

Freddy Beras es el Víctor victorioso del teatro. El actor querido por los fans y el teatrista sin mutis, iluminado entre focos esplendentes y el imperecedero ¡arriba el telón!, que al salir del campo de ovaciones y del camerino de su estrella vuelve a ser el hombre solidario, sensible y servicial, con las lágrimas a flote, vertidas ante la hidrocefalia de un niño enfermo, ante el anciano descalzo y harapiento, o frente a los mustios labios leporinos de una criatura famélica.

Él es el “Ciudadano Ejemplar” reconocido por el Senado de la República y el “Hijo de la ciudad de Santo Domingo”, con el escudo del Ayuntamiento del Distrito Nacional, que creo, y muchos deben estar contestes, merece calles o avenidas en su nombre, tanto en su Seibo natal como en otras provincias, así como una estación del Metro, salas de espectáculos y emisoras de radio y televisión.

 Más que un Gordo de la Semana, él es la gorda leyenda de todos nuestros años. Es la pantalla chica y la pantalla grande, ¡luces, cámaras y acción!… Sin metáforas cursis ni alabanzas hiperbólicas o melífluas, Freddy es, cual híbrido heterogéneo, dueño de una extraña pero real dualidad: él es la risa de la patria y la voz indoblegable que truena con carácter en favor de los indefensos.

 A veces su risa, con su característica lengua afuera, parece maliciosa,  pero –parodiando a Nietzsche- es de conciencia tranquila. Freddy es la carcajada de Cecilia, dondequiera que esté; es la gracia de Pololo y de Cuquín; la ocurrente espontaneidad y la sólida amistad de Roberto, Luisito, Boruga y Luisín; el humor viejo que no se olvida y el de las nuevas generaciones. Es el argumento sustancioso, escrito con una greguería de José Jáquez o con el bolígrafo azul de Milton Peláez,  trascendiendo las fronteras del buen genio.

Freddy es Paco Escribano, Pildorín y Chespirito, Lucho Navarro y Jorge Porcel, Tres Patines, Lizarazo, Raúl Vale y Morrobel…  es el Chaplin sin mudez y el Mario Moreno chispeante y cotidiano a quien le duele el  barrendero callejero y el carbonero que sin despedida escribe sobre las paredes de la vida.

Más que veinte días o veinte años para el retiro, Freddy es aquel amigo que habrá de quedarse para siempre en mi corazón y en los corazones unidos de todos los dominicanos.

Manos a la obra: ¡aceptemos la palabra “Freddybilidad”!.

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