La paliza de Barack Obama

La paliza de Barack Obama

Paliza” fue el calificativo con el cual el presidente Barack Obama definió la pérdida del control de la Cámara de Representantes (diputados) en las elecciones de término medio del día 2 del presente mes.

En realidad, no fue del todo una “paliza”, sino un crecimiento de los republicanos, que no pudieron dominar el Senado, imponiéndose en los diputados con 239, es decir, 16 más que los demócratas, que disponían de 255. En el Senado tenían 59 y ahora 51 y los republicanos 41 y ahora 46.

El presidente Obama, dueño de una gran inteligencia y ahora la experiencia electoral se presume que lo conformará más práctico, ha debido interpretar la “paliza”, que no es tal, insisto, como un doble mensaje consistente en que el complejo militar-industrial bajo el palio umbrío del Tea Party, John Birch, el Ku Klux Klan y los rescoldos tenebrosos de la caverna política de su país, es claro que incidieron en el resultado electoral.

En segundo aspecto, habrá de consensuar con los republicanos para acordar políticas conjuntas en materia impositiva que implementó George Bush Jr. y que culminan el mes próximo, así como las leyes de sanidad e inmigración.  Los límites a las grandes corporaciones financieras con fines de impedir otro crak como 2008, idéntico al del 30-10-1929 en que en ambas ocasiones los banqueros se apropiaron sin sanciones de los recursos ajenos; los US$700 mil MM para rescatar a los ahorrantes de los créditos sub-prime; la retirada de Iraq; el gradual control de los afganos de gobernarse por sí mismos; la clausura del penal de Guantánamo que no se ha concretado, la indecisión de no resolver el problema palestino, son claras evidencias del control supraestatal de los poderes fácticos que se imponen a la presidencia imperial.

El fárrago de retos, unos superados y otros por verse, acercarse a los republicanos para planear las mejores conveniencias de la unión, podrían trocar ésta «paliza» en un pivote reeleccionista de Obama, creando conciencia que intenta superar una desgracia financiera que heredó, no de su propia cosecha.

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