Parece contrasentido un neumólogo al frente de Salud Pública en pandemia
Creo que en lo relativo a la pandemia y la salud hay dos hechos incontrovertibles: la visión de corto plazo de los gobiernos que le han precedido y la voluntad política de Luis Abinader de invertir todos los recursos necesarios para combatir dicha plaga y proteger a todos los dominicanos con servicios de salud.
Pero es cierto que a pesar de las advertencias reiteradas en mis artículos desde marzo de 2020, no se han tomado las medidas más acertadas para combatir al virus que le ha causado graves daños contra la vida y la economía de los dominicanos y el mundo.
Escribí entonces que la última gran pandemia, la llamada Gripe Española, comenzó en 1918 y duró 2 años (sin vacunas), cuando entonces circulaban algunos miles de barcos; mientras ahora circulan cientos de miles de barcos y aviones, así como millones de vehículos de motor, que hacen casi imposible evitar los contagios, por lo cual ha debido programarse para un largo tiempo enfrentando ambos desastres.
Por otra parte, parece que todavía no se ha asimilado bien que en el Estado dominicano se produjo, al fin, la separación de funciones entre el Ministerio de Salud propiamente, a cargo de la planificación y ejecución de las grandes decisiones y de enfrentar la salud pública incluyendo las epidemias y vacunaciones, y del otro lado el Servicio Nacional de Salud, a cargo de los establecimientos y la mayor parte del personal profesional de la salud.
En ese orden de ideas, parece un contrasentido designar en medio de una pandemia colocar a la cabeza del Ministerio de Salud a un neumólogo o a un administrador de clínicas y gremialista, en lugar de experto en salud pública o un epidemiólogo.
Del mismo modo parece poco prudente fatigar a la población con medidas muy estrictas y hasta arbitrarias durante los primeros meses, tales como toques de queda sin horas de tránsito libre, exponiendo a los ciudadanos a la extorsión o abusos de los agentes y sin permitirles a familias humildes que viven en pequeñas piezas que estén en las puertas de sus viviendas guardando el protocolo que dicta el ministerio.
Esos distinguidos médicos designados como ministros deben jugar un papel importante en el Servicio Nacional de Salud y los neumólogos y otros especialistas vincularse al control sintomatológico de los efectos de la pandemia; mientras infectólogos de reconocido prestigio como Jesús Feris Iglesias deben asumir un rol protagónico en estos momentos en la lucha contra la pandemia que padecemos.
De la misma manera, la vicepresidenta Raquel Peña, aunque cumple a cabalidad el rol de representar el apoyo irrestricto del Presidente en esas funciones, su participación tendría mayor legitimidad si se le asignaran mayores responsabilidades en las finanzas o la educación superior que bien lo necesitan en este periodo crítico.
Aunque hay que entregar responsabilidades a los jóvenes y a los aliados sobre todo en este período, debe tenerse cuidado de revisar los antecedentes de cada quien, para evitar en lo posible nuevas sorpresas en perjuicio del crédito ganado por la presente administración del cambio.
De todas formas, la vacunación masiva y la cobertura total de seguros de salud marca un hito histórico.