La particular semana del PLD y del PRD

La particular semana del PLD y del PRD

Los partidos Revolucionario Dominicano y de la Liberación Dominicana realizaron sendos eventos de cara a las próximas elecciones presidenciales, cuya forma y contenido evidencian las marcadas diferencias de la cultura política de ambos. Los resultados y las medidas que se tomaron en esos eventos podrían ser indicadores de las perspectivas electorales futuras de esas dos colectividades políticas.

El primero, celebró un Congreso que independientemente del alcance de sus resultados, constituye un importante jalón en la búsqueda de su unidad y la dirección del segundo, vencida la fecha de su mandato, tomó la decisión mantenerlo y llamar a un plebiscito interno para ratificarla.

Con su Congreso, el PRD, con su apego a su tradición de airear sus contradicciones internas sin ningún temor, algo consustancial a los partidos de militancia heterogénea, pero, a pesar de todo, con predominio de la cultura política de los sectores populares. La dirección del PLD, sin embargo, con la decisión de auto confirmarse en el mando, recurrió a su costumbre de evitar las confrontaciones, esta vez por expreso temor a que las entaponadas y evidentes contradicciones entre sus facciones se manifestasen en este virtual período pre electoral.

La cultura centralista, burocrática/administrativa y su condición de partido/estado ha posibilitado ese aparente y coyuntural consenso de su dirección para auto reelegirse para otro mandato. Con esa medida, Leonel y su grupo, tratan de posponer el debate sobre el tema de sus deseos reeleccionistas y de la elección del candidato a los próximos comicios presidenciales, además, para ganar tiempo para eventuales salidas, que puedan descartar o limitar los alcances de la candidatura de Danilo Medina.

Este último apuesta a una prudencia que podría conducirlo a la investidura como candidato del partido, pero con un precio que podría costarle su eventual investidura como presidente de la República. Su investidura como candidato significaría el triunfo de su grupo como fuerza partidaria mayoritaria, lo convertiría en la principal figura del partido, lo cual no se vislumbra que se haría sin fuerte laceraciones. En tal sentido, se ha pospuesto la expresión de un conflicto que es político, pero que envuelve grandes intereses económicos de una colectividad que además de partido/estado, ha devenido en partido/empresa.

La complejidad y profundidad del conflicto del PRD no se han resuelto con la celebración de su Congreso. Sin embargo, precisamente, es ese carácter del conflicto lo que mide la importante dimensión del evento realizado.

Logra una subjetividad, activa medios y personalidades que tenderían a atenuar el impacto de una elección de su candidato presidencial que, indefectiblemente, no pasará sin profundas fisuras. En el caso del PLD, a pesar de su capacidad de sortear graves conflictos manteniendo la unidad formal, esta vez está abocado a una transición de liderazgo cuya posposición ya resulta demasiado larga para que se haga sin heridas que podrían ser fatales, por lo menos par un tiempo que relativamente largo.

Por esas razones, la particular semana que simultáneamente han vivido estos dos partidos deberá ser crucial para sus respectivas perspectivas de cara al 2012.

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