Guadalajara (México). La pasión de Chavela Vargas por Federico García Lorca, consumada en su último recital, que dio en la Residencia de Estudiantes de Madrid antes de fallecer en 2012, llega al cine en forma de documental en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG).
El amor por la obra del poeta andaluz ayudó a la cantautora costarricense a sobrevivir los últimos meses de su vida, afirmó hoy el mexicano Rubén Rojo Aura, director del documental “El ruiseñor y la noche”, que compite en el certamen cinematográfico.
Según Rojo, la cantante atravesó varios ciclos que pusieron en peligro su vida en los que se aferraba a cosas como el chamanismo, para sobrevivir, “sin embargo en esta última etapa de su vida no fue eso, sino que fue Lorca”, dijo el realizador en una entrevista con EFE.
“El ruiseñor y la noche”, que se exhibe en el FICG como parte de la sección oficial del Premio Mezcal, muestra a una Chavela Vargas de 93 años y en su último año de vida recitando de memoria los versos lorquianos, de los que era “profunda conocedora”, afirmó.
Vargas, nacida en Costa Rica el 17 de abril de 1919 y fallecida en Cuernavaca (México) el 5 de agosto de 2012, solía contar que en 1993 vivió en la Residencia de Estudiantes, en la misma habitación en que lo hizo García Lorca, y allí recibía la visita de un pájaro en su ventana que para ella simbolizaba el alma del poeta.
Desde entonces creció una admiración que perduró en el tiempo y la distancia y que fue el origen del último deseo de “La dama del poncho rojo” antes de su muerte- regresar a la residencia madrileña y cantarle a Lorca, lo que pudo cumplir en julio de 2012.
“Fue el momento en el que más feliz fue, tengo la impresión que ella ya sabía que esa era su despedida”, confesó Rojo. Más que una biografía, el mexicano, de penas 30 años, quiso mostrar en su largometraje “otra faceta de la cantante que poca gente conoce”, pero que la llenó de vitalidad.
La idea de realizar el documental nació cuando Rojo conoció a la cantautora en una obra de teatro en homenaje a Frida Kahlo, a la que ella asistió de manera especial.
“Yo quería hacer una película de Chavela y me di cuenta que de lo que ella quería hablar era de Lorca”, al grado de que fue ella quien propuso algunas de las secuencias del filme, como cuando recita algunos de sus versos frente a la cámara, con esa voz aguardentosa que era su sello.
La cinta contiene escenas en la pequeña casa de Vargas, en Tepoztlán, en el estado de Morelos (vecino de la capital mexicana), de la preparación del disco homenaje, de su viaje a Madrid y de ese último concierto. También muestra el lado espiritual de la cantante y cómo influyó en ella la cultura indígena wixárika (huichol), de la que fue nombrada “chamana”, sobrenombre con el que fue conocida en sus últimos años de vida.
Aunque la muerte de Chavela sucedió aún con el rodaje del documental en marcha, Rojo decidió dejar fuera secuencias como la ceremonia en la que sus cenizas fueron esparcidas en la montaña ya que, más que un final, ella creía que la muerte solo era “una transición para su encuentro con Lorca».