Tenemos la tendencia, en términos generales, a que nuestros hijos e hijas sigan nuestros pasos en los modelos educativos; a veces nos descuidamos y la pasión filial nos lleva a no entender que debemos, como padres, respetar algunos espacios de conciencia, que sólo corresponden a nuestros hijos e hijas.
Llegamos al extremo de creer de que si nuestros hijos e hijas son una calcomanía de nuestros criterios y visiones individuales, «nuestra sacrosanta misión educativa» ya está cumplida.
Craso error, cuando así pensamos estamos educando, no seres humanos con sensibilidad, cariño y destino propio, sino máquinas humanas cuyas reacciones proyectivas no podemos adivinar, porque hemos impuesto nuestro propio modelo de la cosmovisión del mundo, no hemos dejado un espacio libre para lo que ellos y ellas, hijos e hijas, han logrado pensar en el decurso de sus años menores, en relación a los nuestros…
En esa increíble ausencia de ideas dignas y estimulantes, en nuestra televisión observamos y escuchamos como un creciente cretinismo «orientador», nos habla de los niños y los adolescentes, como si fueran seres humanos que un día no tendrían derecho a su propia opinión, para poder recorrer el mundo y la sociedad que les ha tocado vivir sufrir diría yo …
Valga esta breve introducción para hacer algunas observaciones y advertencias sobre un fenómeno actual en los cines dominicanos que es: el acompañamiento de niños dominicanos de menos de 10 años y a veces muchísimo menos, a sus padres, para ver la película La Pasión de Cristo, según Mel Gibson.
Sobre este tema en el Suplemento Areito del periódico HOY, he realizado dos publicaciones a página entera, titulados a saber: 3 de abril: «La pasión de Cristo según Mel Gibson: iniciación religiosa conforme al morbo teológico de Hollywood»; 17 de abril: «La Pasión de Cristo Gibson El Látigo del Western te quiere convencer de la Fe: ¡ Titttuá !…»
En estos dos artículos, mis ideas sustanciales a propósito de éste fenómeno comercial de la fe de Gibson, Pasión incluida, han sido expresadas con bastante claridad y profundidad.
Estas líneas, en cambio, son para tratar un aspecto que no ha sido tratado en el país, que se refiere al tema de la fe religiosa y el impacto visual que esta película, La Pasión de Cristo, según Mel Gibson, puede provocar en los niños, como experiencia religiosa negativa, dañina para su sensibilidad.
En toda la historia del cine infantil, sabemos bien, que las películas para niños tienen un tratamiento especial, simplemente porque su nivel de intelección y análisis es diferente al de los adultos.
Estas ideas explican, entonces, por qué en los más de 100 años de existencia del cine hay una clara diferencia en temática y formas entre el cine hecho para los adultos y el cine hecho para niños y adolescentes. Países como Australia, Francia, antigua Unión Soviética, Noruega, Suecia, Inglaterra, República Checa, España y Canadá, se han tomado la delicadeza de vigilar este tema de las creaciones infantiles en el cine.
El cine cumplirá en el año 2005, 110 años de vida, desde entonces sabemos bien que las tecnologías y los métodos para hacer cine de niño y cine de adultos, son diferentes… Y que las legislaciones sobre estas diferencias en los países donde la gente sabe pensar, que conste , están muy bien consensuadas y establecidas.
Si bien es cierto que hoy existen una corriente de comerciantes viles que pretenden confundir un universo con otro, para todos y todas, es claro que : las dimensiones del cine infantil no son iguales al cine de adulto, cuya variedad tiene una gama insospechables de cochinadas de masivo consumo…
En nombre de esta diferencia, en nombre de que además sabemos que existe esta diferencia, digo que no es posible aceptar lo que hoy mismo, cada noche, sucede en nuestros cines : padres que llevan a ver a sus hijos esta película, con la triste aureola de un fanatismo, en el que el niño no sabe qué compone allí, en aquella farsa. Algunos se duermen para su feliz conveniencia, otros inconscientes del peligro visual para sus dulces sueños, corretean a lo largo de todo el cine, etc..
El impacto de las figuras religiosas en el cine para los niños, pueden ser un factor de miedo no confesado, impacto de imágenes violentas que nada tienen que ver con la asesoría parental.
Lo mítico o misterioso para los niños en el cine, tiene en el imaginario infantil una cantera de laberintos especiales, las claves para interpretarlo a su nivel, requiere de una obra concebida, confeccionada tomando en cuenta las características de eso estados de edad parvularia y sus circunstancias epocales, porque el producto está destinado a ser un bastón en el desarrollo de la conciencia reflexiva del niño o niña.
Poner a un niño de 10 años y a veces hasta de menos, a «disfrutar» de este holocausto golgotiano, es el peor servicio de cariño y afecto que unos padres pudieran hacerle a su hijo.
Aquí no se trata de que el padre tenga las buenas intenciones de explicarle a su hijo, las palabras buenas no pueden contrarrestar el efecto particular de las imágenes.
Un padre podrá explicar, con buenas intenciones claro está, de todo a sus hijos e hijas, pero nunca superará el efecto sicológico que produce la película, nunca superará lo que la película con su violencia estrictamente planificada, podrá surtir en esas mentes jóvenes y no dotadas de una información adecuada , previamente , sobre esta película.
No es cierto que como el esquema violento de la película se asemeja a otras películas violentas de otras temáticas, que está homologada a la violencia general que el cine tiene el hábito de ofrecernos, falso de toda falsedad.
Una película sobre tema religioso violenta, rompe esquemas habituales de violencia fílmica ya conocida, porque donde hemos ido a buscar una enseñanza diferente, reflexiva, cautivante, inteligente, creadora, curiosa, lo que hemos encontrado es una gran triquiñuela de propuesta de una historia de fe, vendida en buñuelitos de plasma, óleo de pantalla en movimiento al rojo vivo.
En este sentido, me parece una triste situación hacer una iniciación fílmica de la fe, a partir de esta película a menores, cuya información sobre el tema religioso es pobre y a veces deformado.
Ha llegado un momento en que las personas, sin saber qué hacer, han mitificado la película como un objeto sagrado, casi como si fuera su nuevo Baal , de culto y presencia.
Y valga decir, que esta película ha puesto en evidencia, el contenido de su debate criollo así lo demuestra, la indigencia crítica del pensamiento dominicano protestante y católico, en materia de historia religiosa.
La película para creyentes ignorantes, se ha convertido en sí misma, en un objeto de culto inverosimil, en el que la duda y el terror silente e íntimo, alimenta toda suerte de rumores.
Lo que si está claro, sin argumentaciones posible, es que una película de estos niveles ofrece a los niños un espectáculo de Dante, lecciones de sangre que rompen el imaginario de un niño normal…
La película de hecho, ha logrado hacer impacto negativos a muchos adultos, los propios adultos se quejan del sistema a que son sometidos : tensión por obligación y un lavado sanguíneo en la retina, que no los salva ni dios.
No hacen los padres una buena hazaña, llevando a sus hijos, a ver esta película.
A falta en este país de alguien que en este sentido diga esta boca es mía
(Pero para prohibir cosas que no deben prohibir, siempre están alerta ), es justo proponer estas ideas para una reflexión posterior.
El tratamiento de la Pasión de Mel Gibson, no debe ser apta para algunos menores, no hay en los cines sentido de precaución o vigilancia, ninguno sobre este tema, porque en materia de muchos temas, estamos ya huérfanos de instituciones, si no tengo razón, que me lo demuestren, pero insisto en que es muy triste esta situación : porque es una película para la que no basta la custodia parental, sus efectos de conciencia e intimidación religiosa, pueden tener impactos negativos, de lo contrario, ni San Gibson que se aparezca me convence…