La pasión y la razón en la política

La pasión y la razón en la política

Muchas personas al actuar lo hacen con sobrada  pasión, en algunos casos por considerarlo  indispensable para el éxito. La pasión, que  puede definirse como un sentimiento muy fuerte hacia una persona, tema, idea u objeto que engloba el entusiasmo o deseo por algo, en ocasiones entra en conflicto con la razón.

Por eso vemos en política quienes defienden sus criterios, pensamientos, líderes o proyectos con tanta pasión, lo que en cierto modo contribuye a despertar interés, pero al encontrar quienes teniendo  grados de pasión similar, con criterios, pensamientos, líderes o proyectos diferentes, se producen enfrentamientos con las mismas fuerzas de sus pasiones.

Lo ideal sería actuar con pasión, haciéndolo con razón. En ese sentido, hay un pensamiento de contenido espiritual que se le atribuye al mundo  esotérico o mitológico sobre el tema de la razón y la pasión, que resulta verdaderamente interesante, sobre todo pensando en las luchas grupales que se producen en los partidos.  Dicen así:

“Vuestra alma es, a veces, un campo de batalla sobre el que vuestra razón y vuestro juicio combaten contra vuestra pasión y vuestro apetito. Desearía poder ser el pacificador de vuestra alma y cambiar la discordia y la rivalidad de vuestros elementos en unidad y melodía. Pero, ¿cómo lo haré a menos que vosotros mismos seáis también los pacificadores, no, los amigos, de todos vuestros elementos?”

“Vuestra razón y vuestra pasión son el timón y las velas de vuestra alma viajera. Si vuestras velas o vuestro timón se rompieran, no podríais más que agitaros e ir a la deriva o permanecer inmóviles en medio del mar”

Porque la razón, gobernando sola, es una fuerza limitadora y la pasión, desgobernada, es una llama que se quema hasta su propia destrucción. Por lo tanto, haced que vuestra alma exalte a vuestra razón a la altura de la pasión, para que cante. Y dirigid vuestra pasión con el razonamiento, para que ella pueda vivir a través de su diaria resurrección y, como el ave fénix, se eleve de sus propias cenizas”.

“Desearía que consideraseis vuestro propio juicio y vuestro apetito como dos queridos huéspedes. No honraríais, con seguridad, a uno más que al otro; porque quien es más atento con uno de ellos pierde el amor y la fe de ambos”.

“Entre las colinas, cuando os sentéis a la sombra fresca de los álamos, compartiendo la paz y la serenidad de los campos y praderas distantes, dejad que vuestro corazón diga en silencio: “Dios descansa en la razón”.

“Y, cuando llegue la tormenta y el viento poderoso sacuda el bosque y los truenos y relámpagos proclamen la majestad del cielo, dejad a vuestro corazón decir sobrecogido: “Dios se mueve en la pasión”.

“Y, ya que sois un soplo en la esfera de Dios y una hoja en el bosque de Dios, deberíais descansar en la razón y moveros en la pasión.”

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