La Patria anhelada

La Patria anhelada

Febrero, el mes más corto que tiene el año, contiene  para el pueblo dominicano la fecha memorable de mayor relieve ya que celebramos el aniversario de nuestra independencia.  Propicia es la ocasión para refrescar los ideales de los próceres que nos legaron la nacionalidad.

Sobresale al igual que el pico que lleva su nombre la figura del patricio Juan Pablo Duarte, fundador de La Trinitaria, sociedad en la que cada  miembro juraba y suscribía con sangre: “cooperar con mi persona, vida y bienes, a la separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana”. La nueva república fue gloriosamente anunciada el día 27 de febrero de 1844. ¡Quién iba a imaginarse que 17 años después, un fatídico 18 de marzo de 1861, el general Pedro Santana ejecutaría la anexión a España de la joven nación!

Juan Bosch en su libro La guerra de la restauración  asevera que los conspiradores anexionistas con Pedro Santana a la cabeza se lanzaron a comprar hombres y también a tomar las medidas que sirvieran para hacer imposible una reacción popular. Cita al historiador José Gabriel García: “hizo llamamientos aislados para irse atrayendo parcialmente a todos los militares de su partido; las propiedades que como remanente de las que dejaron los haitianos le quedaban al Estado, fueron distribuidas en pago de sueldos o acreencias imaginarias, entre los adeptos principales de la causa anexionista, tocándoles a unos las casas, a otros los barcos y a muchos los más feraces terrenos; los ascensos militares fueron prodigados a manos llenas”.

Relata Juan Bosch que fue en San Francisco de Macorís y en Moca donde sucedieron las primeras acciones armadas contrarias a la anexión. “Lo que lleva a actuar políticamente a los hombres comunes, que forman la inmensa mayoría de la población en cualquier país, son sus condiciones materiales de existencia; a unos porque no aceptan que se las transformen en su perjuicio y a otros porque no se las cambian cuando ellos han esperado cambios favorables en esas condiciones materiales de existencia.

El rico o la persona acomodada se revuelve como fiera si se le despoja de sus bienes; el obrero está siempre dispuesto a irse a una huelga para conseguir mejor salario, y los bajos pequeños burgueses, sobre todo los bajos pobres y los muy pobres, son capaces de lanzarse a las acciones más violentas cuando hallan cerrados todos los caminos que puedan conducir a la solución de su problemas materiales inmediatos”.

La lucha restauradora es un ejemplo vivo y acabado de lo que es capaz un pueblo en lucha por su bienestar. A quienes pequen de olvidar la historia le pudiera pasar lo que al campesino que ignoró una enorme nube gris en la montaña y se echó a dormir. Vino a despertarse en medio de la poderosa creciente del río que lo arrastró hasta ahogarlo.  El ideario de Duarte, Luperón, Espaillat, Bosch y de toda una pléyade de héroes caídos está pendiente de ejecución. Ahí está contenida la Patria que muchos anhelamos.

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