El abundante contenido de material motivacional y de crecimiento personal ha hecho del tema “liderazgo” una fuente impresionante de enriquecimiento para autores de “best sellers” con demanda en una generación ávida de poder y reconocimiento.

Se nos ha hablado demasiado sobre liderazgo, pero muy poco acerca del servicio.

A la patria se le sirve, no se le utiliza. Así describió Juan Bosch la relación que debe existir entre los ciudadanos y su nación. Y es que el líder brilla, el servidor hace brillar la causa que abraza. El líder se eleva a las alturas, el servidor lleva a la cima a la nación objeto de su servicio.

El líder es el protagonista de la escena patriótica, el servidor hace de la patria la figura estelar de su obra. Al líder se le entregan honras y pleitesías, el servidor lo entrega todo por la causa. El líder se convierte en el epicentro de la atención, el servidor lucha para que la causa sea el objetivo central de todo esfuerzo.

No es casualidad la ausencia de la palabra “líder” en la santa Biblia, mientras el término “servidor” aparece de manera reiterada en diversos pasajes. Es más, el mismo Jesús dijo que el Hijo del hombre (el Mesías) vino a servir, no a ser servido.

Muchos de nuestros males nacionales fueran historia si en lugar de lideres nos hubieran gobernado más servidores, que buscaran dar, no recibir. Servir, no ser servido. Escalar para honrar a la patria, no ascender para ser honrado. Lamentablemente, los daños más profundos causados a nuestro pueblo han sido provocados por nuestros lideres.