Rota, la patria de Orlando Jorge Mera llora desconsolada su partida desde que fue ruinmente asesinado el lunes pasado. Presa del horror y del dolor, aún le cuesta creer que uno de sus mejores hombres le ha sido arrebatado por alguien que -lejos de ser su amigo/hermano- demostró ser una persona despreciable.
No hay palabras para llevar consuelo a su hermana Dilia Leticia, quien perdió la mitad de su alma, así como tampoco a su hoy viuda Patricia Villegas, a sus hijos Orlandito y Patricia Victoria, sus sobrinas, primos, amigos, compañeros de partido y tanta pero tanta gente que tuvo en él un soporte y un guía. Todos lo han recordado como lo que fue: un ser de mucha luz.
Comprometido con la defensa del medio ambiente, un cargo que honró hasta el último minuto de su vida, Orlando vivió tan apegado a sus principios que por ellos, precisamente, fue asesinado.
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Nadie está preparado para decirle adiós a quien ama de una forma tan abrupta y cruel. A sus deudos les costará un mundo reponerse tras su pérdida pero les queda la certeza de su valiosa impronta.
El ejemplo de su tránsito por este mundo hará que su nombre quede escrito en la tarja de los inmortales: siempre recordaremos su don de gentes y su mirada llena de bondad. Hasta luego, Orlando.