Una de las mayores desgracias es no saber diferenciar entre “ser ahora” y “ser en el futuro”, no poder apreciar lo que dista entre lo que se es y lo que se puede llegar a ser.
Otros pueblos, aún con “identidad hacia el pasado (de dónde vienen sus padres y su raza); O con identidad presente: la tierra que labran, la comarca que habitan, y que al otro lado dela montaña habitan gentes con otras lenguas y costumbres.
Eso está bien, porque nos permite comprender nuestra realidad actual; pero eso no garantiza en absoluto quiénes y qué seremos nosotros y nuestros hijos el día de mañana.
Tenemos que optar por el futuro. Eso es lo que verdaderamente importa.
Muchos decimos amar la patria que Duarte y los trinitarios trataron de enseñaron a amar:
Cada bravura del indio, que luego nos explicaron que tendríamos acaso gotas de su sangre. Pero Duarte no amó lo que ahora tenemos por patria. Lo que el sí amó fue un Proyecto de una nación libre del invasor. También libre de corruptos. Traidores y perversos.
Aprendimos sí, a amar al indio y al mulato. Y a nuestro suelo, en los retozos y las bullanguerías del barrio… y en cada amanecer, cada mango y naranja maroteados en predios que entonces no eran tan ajenos.
La tristeza surgía de nuevo cada vez que la patria se la robaba el tirano, el invasor, el traidor, los oligarcas o los corruptos. Y cuando cualquier vecino se robaba la vaca del infeliz, instalaba un taller, una fritanguera en lo que era el patio común donde sin temor recorríamos las bases, tras aquellos largos batazos.
Luego fue la corrupción, la polución y la contaminación, que hoy nos abaten a casi todos.
Por eso nos advertía el poeta:
“Si alguien quiere saber cuál es mi patria
no la busque, no pregunte por ella”…
Tendría que pelear por ella…
Y prometía decírnoslo: “Cuando todo milagro sea posible
y ya no sea milagro el de la vida…”
El día en que “…Dirán que somos libres y golosos, que gozamos del pan y de la espiga.
Que cada hombre tiene dignidad
cada mujer sonrisa”.
…“y las madres alcen sus hijos hacia la luz
de la aurora, sin guerra y sin amenazas…
El día… “Que tenemos la patria verdadera
y ésta también será la patria mía.
Si alguien quiere saber cuál es mi patria
se lo diré ese día”.
Dominicanos: De eso, exactamente, se trata. No de reclamar herencias sincréticas cargadas de superstición y anacronismos. Ni de un futurismo acrítico, apátrida, traidor y traicionero. La patria es el futuro, el devenir, el derecho que nuestros antepasados nos dieron de construir y rehacerla cada día. Y de luchar y pelear por ella.
Don Pedro Mir, seguramente quiso decirnos que: No, no la busquemos. Hagámosla peleando por ella.Encontrémosla primero en nuestras almas, y en nuestras mejores herencias. Y cuando la encontremos, cual “Tierra Prometida”, peleemos a muerte por ella. Por nuestras vidas.
(A Carmen Imbert y a TahiraVargas con admiración y respeto).