MARTHA PÉREZ
Del título de este artículo se deduce que se trata de la nación y de la relación y conducta de convivencia, unidad y solidaridad de quienes cohabitan en ella; la sociedad así lo piensa al hacer uso de dichos terminos; y por lo general, es así. Sinembargo, al hablar de la nación dominicana y de quienes cohabitan en ella, muchos quedan sorprendidos cuando ciertas actitudes y valores negativos demuestran que no toda la patria es de patriotas y que algunos que dicen ser patriotas, de pronto, no lo son para la patria. ¿Un trabalengua? No. Una realidad que durante años ha vivido entre nosotros y que cada momento nos golpea en el rostro, sobre todo, cuando el sentimiento oculto de pseudos patriotas es asaltado por intereses personales o grupales, políticos o económicos que les hacen mirar solo con las anteojeras puestas.
La Patria es definida como una comunidad humana de carácter psico-social, unida por un sentimiento difuso de afinidad que se robustece por el nivel de similitud étnica, un mismo suelo, una tradición histórica y un lenguaje común; aspectos éstos, cuya presencia no es indispensables al momento de hablar de Patria en su justa dimensión y significado, pues aún cuando algunos de ellos falten, la Patria persiste. Y es ahí cuando también debiera persistir el patriotismo, un atributo que no debe ser coyuntural, porque se es o no patriota. No se debe ser patriota a conveniencia ni dependiendo de estar o no en determinada posición política; el patriotismo no es fama, no es el poder; es sentido común y sentimiento nacionalista. Si se perdiere la patria por alguna razón o acontecimiento, se sigue siendo patriota. A lo largo de la historia de la humanidad, muchas naciones en el mundo han perdido su independencia, y como nación se han visto fragmentadas como pedazos de suelo con nombres distintos y sus ciudadanos han sabido mantener vivo el espíritu de la nacionalidad, su lengua, sus tradiciónes y su religión. Históricamente hay quienes hablan de patria chica y de patria grande; es que el concepto de patria ha cambiado mucho en el tránsito de los siglos; y pareciera que con él, algunos patriotas de hoy han cambiado tambien. Los griegos, por ejemplo, consideraban la patria como la ciudad; los romanos la identificaban con el culto al hogar y a los dioses; y en la Edad Media se concebía en un contexto limitado y local. Los tiempos modernos se encargaron de ampliar el concepto, luego de que la monarquía triunfara sobre el feudalismo, dando origen al nacimiento de naciones con gran extensión territorial y poblaciones numerosas distribuidas en distintas regiones, a veces muy distantes entre sí, lo que dio lugar a una diversidad con conjugación de factores históricos, étnicos, geográficos y sociológicos que originan los conceptos de chica y grande, para unos y otros, referentes a la patria. La patria chica es, entonces, el lugar, la ciudad y el país o región en que hemos nacido; y la nación a la que pertenece ese lugar o rincón donde nacimos, que es la nación propia, es la patria grande. Así, por ejemplo, un dominicano nacido en San Pedro de Macorís, tiene a esta ciudad o la Región Este como patria chica y a la República Dominicama como patria grande. Pero muchas veces nos olvidamos de la patria grande y sólo defendemos la patria chica, que en ocasiones representamos en intereses particulares, en las parcelas o partido político de militancia o preferencia, o en el interés que perseguimos desde la posición pública y/o social que ocupemos; y dejamos a un lado nuestro compromiso con la patria grande, pensando que esa es a otro a quien le toca defenderla, sobre todo cuando nos encontramos fuera del poder político; que ¡por suerte! , ahora está en manos seguras, firmes y patriotas, dispuestas a defender la patria grande, que conforman las patrias chicas. Manos (e inteligencia y voluntad) que han comenzado a demostrar que con la suma de cosas positivas materiales e inmateriales, presentes y futuras que cautivan la amorosa adhesión a la patria grande se puede construir de manera conjunta e inquebrantable la práctica de ciudadanía responsable, de responsabilidad compartida; en el marco de la comprensión y respeto de los conceptos de Civismo, Nación y Patriotismo verdaderos.
El amor a la patria como resultado natural de la evolución de los sentimientos afectivos del hombre, que le conduce a estimar y considerar como iguales o propias las personas y cosas que le rodean, es Patriotismo. La Patria representa la materialidad geográfica de un territorio, la garantía de libertad, la noción de la raza, el concepto de protección, del honor y de la dignidad nacional, afianzado por las narraciones de la Historia. ¿Qué otro motivo, que no es el patriotismo, impulsa la unidad de hombres y mujeres, a veces sin similitud étnica, de lengua o religión, en las guerras y las luchas sostenidas en común para defender la soberanía de un territorio (el propio o no) y la independencia de la raza contra invasores? ¿Acaso no es ese sentimiento del amor a la patria , que se va afianzando hasta llegar a las expresiones más sublimes del sacrificio y de la muerte en aras de defender esa patria? No olvidemos que cuando fingiendo respetar y defender la patria nos apartamos del bien entendido concepto de patriotismo, estamos actuando como patrioteros y este concepto no viene de patria o de patriotismo, sino de patriotería, que bien podría ser definido como tramposería en nombre del pueblo y de la patria. En la República Dominicana, solemos usar y defender mucho los términos de Patria y Patriota, porque en verdad, los dominicanos somos verdaderos patriotas. Continuemos demostrándolo como en aquellas heroicas gestas que registra nuestra historia, en las que todos eran, sencillamente, dominicanos.