La pena de Hamlet

La pena de Hamlet

Escribió hace un tiempo, el indomable Hamlet un artículo con su estilo pedagógico de siempre, esta vez un tanto alejado de Caracoles; diferente en un tono amoroso casi de impotencia. “De Mariposa a Crisálidas” era el título de este artículo aleccionador.

Con gracia proverbial, el amigo Ham- let Hermann, procuraba llamar la atención, sobre el comportamiento de políticos dominicanos, que a su entender, habían hecho el proceso involutivo, retornando a Crisálidas, luego de exhibirse cual mariposas esplendorosas que solían volar majestuosamente, refrescando con sus alas el ambiente, exponiendo con alteza sus vistosos y exuberantes colores, destellando con algarabía, el orgullo de la naturaleza, con su volar erguido e ingrávido, conquistando el huerto y sus más preciadas esencias. Vuela mariposa, vuela, cual sería el dolor y el llanto de la naturaleza, luego de exhibir con orgullo, el vuelo ágil e impecable de sus mariposas.

Si después, al verlas de nuevo, convertidas en primitivas crisálidas, contorneándose y arrastrándose para alcanzar la cima. Caramba, es que acaso solo Hamlet escuchó el Llanto de la tierra. ¿Dónde están las mariposas? Pasé algunas noches con esta interrogante y por fin, encontré la respuesta: La misma naturaleza me dijo muy dolida, que con ella no se juega, que sus crisálidas podrán ser mariposas, pero que sus mariposas no podrán jamás volver a ser crisálidas; y entonces le pregunté: ¿porqué tantas Crisálidas, si antes solo había mariposas?

Y no me respondió; tuve que pasar varios días meditando, hasta que un día, se acercó a mi oído la Naturaleza misma, y me dijo quedamente: No se lo digas a nadie muchacho; he querido guardar el secreto; lo que pasa es que hoy en día, muchos, aún crisálidas, se me visten de “Fulgurantes Mariposas”.

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