La peor desgracia: saber

La peor desgracia: saber

EMIGDIO VALENZUELA MOQUETE
Al profesor Juan Bosch con el merecido respeto (in Memoriam). En la Colección Prisma Volumen IV Antología Mayor de la Literatura Dominicana (Siglos XIX-XX) Prosa II, Selección, prólogo y notas. Ediciones de la Fundación Corripio, Inc. Santo Domingo 2001, dice José Alcántara Almánzar de Juan Bosch (1909) que es «narrador, ensayista, educador, orador, historiador, sociólogo, político, estadista». Agrega, «Bosch es un político de gran inteligencia e integridad personal, un líder carismático de enorme capacidad para comunicarse con su pueblo, y un obstinado crítico de nuestras lacras y males sociales».

En un cuento salido de la pluma de este paradigmático dominicano, recogido en «Cuentos escritos en el exilio» (1962) Colección Prisma Volumen IV páginas 15-20 que tituló «La Desgracia» el escritor y político, con cálida crudeza pero con manifiesta certidumbre, deja claro el mensaje de que la peor desgracia no es la muerte sino saber. Rinde además alto reconocimiento y culto a la moral, la lealtad, la honestidad y los principios que como norte y filosofía pautaron su vida y su pensamiento. Le invito encarecidamente a leer el cuento y les garantizo que no se defraudarán del contenido de su enseñanza.

Ironías de la vida. Haciendo acopio del valor que en el referido cuento da al saber, su sempiterno contrincante político, el ex Presidente Joaquín Balaguer, impropiamente bautizado como el «padre de la democracia», frente al sonado decir de que el país se dividía en «corruptos y peledeístas» confió en la intimidad a sus más cercanos colaboradores que su mayor logro político «no habían sido sus múltiples reelecciones como Presidente de la República, sino haber contribuido al ascenso del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) al poder, para que se supiera que todos los dominicanos sin distinción somos iguales».

En su devaneo y ofuscamiento por mantenerse en el poder, peligrosamente los peledeístas han roto la sensatez y se han distanciado del manejo ético que predicaban antes de la desaparición de su carismático líder y de escalar las embriagantes y alucinantes escalinatas del Palacio Nacional, como si desearan emular a Balaguer en su pronóstico de que todos los dominicanos somos iguales cuando de retener el poder se trata. Se han visto compulsados a desdoblarse, quitándose la máscara de la simulación, amaneciendo de un día para otro -como diría el poeta- que ya no son los peledeístas de entonces, idealistas y soñadores, los de «servir al partido para servir al pueblo .»

Podríamos -para no etiquetarlos de la luz y la sombra- bautizarlos con nostalgia como los peledeístas de la utopía boschista.

Los nuevos peledeístas son distintos, tienen otra tónica y están en una onda diferente.

Para continuar en el poder, independientemente del costo, han sido permeados en su más alta expresión por el hechizo de la reelección y sin ningún sonrojo ni parar mientes se han abrazado a un populismo demagógico y mentiroso de la peor realea.

La premonición del zorruno caudillo no pudo ser más atildada. En bellaquerías políticas los peledeístas, con un poco más de astucia, tienen su sitial ganado y no tienen ya nada que envidiarle al PRSC ni al PRD. En estos momentos parecería exagerado, pero en la realidad es así, el accionar reeleccionista del PLD y los peledeístas compite con el PPH de triste recordación, creado para henchir el ego de su artífice y aspirante a la reelección.

El afán y la ambición que por lograr su objetivo exhiben y hacen gala, los peledeístas han ido tan lejos que uno de los biógrafos del profesor Bosch y su más cercano colaborador, sin reparar en que profanaba su memoria, incurrió en el atrevido desliz de afirmar que Don Juan era un anti-reeleccionista coyuntural. En procura de la materialización de su proyecto reeleccionista para desguazar y exterminar la emblemática figura de su otrora Maestro, Profesor y líder sólo resta que a quienes forjó de acto y conciencia ahora por la necesidad de mantenerse en el poder lo tilden de que era un hombre honesto y de principios sólo por razones también coyunturales.

Los principios del Profesor Juan Bosch han sido traicionados por sus propios alumnos, incapaces de preservar el patrimonio de pulcritud, transparencia moral, ética y de integridad personal que les legó.

Se le atribuye a Winston Churchill haber dicho que «excluido todos los demás el sistema político menos malo es la democracia». El PRSC, PRD y PLD lo han pervertido y el liderazgo de las tres fuerzas políticas lo encarnan la insensibilidad, la carencia de autenticidad, la falta de conciencia, el sofisma, la irresponsabilidad y la corrupción en el más amplio sentido de la palabra. En síntesis se trata de un liderazgo vacuo que no aporta nada. ¿En qué sobresalen? en que aprovechan su principalía en su provecho personal. Muchos son multimillonarios y pocos trabajan.

Con la agravante -me pesa decirlo- de que no se avista en el horizonte una solución al estilo Chávez. Pues con todo lo degradado que está el hábitat político, la purulencia que mina el litoral castrense y policial lo descalifica de cualquier «acción patriótica» encaminada a poner orden en la casa.

Siendo así y vistos los hechos, tal como el renombrado experto mundial en política y sociedad, traído recientemente al país precisamente por Funglode, Emmanuel Castells, presagiara que «a la luz de la realidad dominicana todo apunta a que como ha acontecido en los últimos 30 años, los dominicanos acudirán al próximo torneo electoral de mayo del 2008 a votar no a favor de, sino en contra de. Y dentro de lo que se oferta optar por lo menos malo».

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