El criminalista francés Christopher Naudin, quien guarda prisión acusado de planificar la fuga de los pilotos Bruno Odos y Jean Fauret, está viviendo su peor pesadilla. El experto en seguridad que llegó a jactarse en la televisión francesa de la heroica hazaña que liberó a sus compatriotas de sufrir los horrores de las cárceles del Tercer Mundo está viviendo en carne propia las vicisitudes que, irónicamente, nunca padecieron sus compatriotas, que al momento de su espectacular fuga gozaban de un régimen de libertad limitada a pesar de que ya habían sido condenados a 20 años de reclusión tras ser hallados culpables del delito de narcotráfico. El pasado martes la falta de un intérprete provocó la suspensión de la audiencia en la que se conocería la solicitud de que se declare complejo el proceso que se le sigue en nuestra morosa justicia, a pesar de que su abogado quería que, de todas maneras, la audiencia continuara. Fue la segunda ocasión consecutiva que la vista se suspende por la misma causa, pues en la del pasado 15 de septiembre el intérprete también brilló por su ausencia, y abogado y acusado deberían rogarle a la virgen de La Altagracia (no sé si el señor Naudin esté dispuesto a llegar tan lejos, pero aquí las cosas funcionan de otra manera y cualquier ayuda se agradece) para que esté presente en la próxima. Un verdadero calvario en el que todavía falta lo peor, pues su proceso se encuentra en la fase preliminar. Recordemos que Naudin fue detenido en Egipto, en febrero pasado, por agentes de la lnterpol que atendían así una solicitud de la Procuraduría dominicana, y extraditado al país en marzo. Una rocambolesca peripecia propia de una película de acción, probablemente como la que creyó protagonizar el francés cuando se ufanaba de haber rescatado a sus compatriotas y devolverlos sanos y salvos a casa, hasta que un imprevisto giro de la trama lo convirtió en un filme de horror capaz de provocar las peores pesadillas.