La pérdida de popularidad del PLD

La pérdida de popularidad del PLD

A una escasa semana para la celebración de las elecciones presidenciales, el trust de cerebros del PLD, pese a su buena colocación en las encuestas acerca de su posible triunfo, no  asimila su caída en las simpatías populares, que permitió el resurgimiento de un grupo político, que tan solo hace ocho años estaba desacreditado.

Pese a la magnitud de los recursos oficiales  volcados en la campaña, en donde a veces se llevan a cabo tres marchas paralelas por todos los rincones del país,  en el ambiente de hace menos de un mes se percibía la decisión invariable que al PLD no se le podía otorgar otro mandato en el gobierno por las actuaciones tan egocentristas  y depredadoras de sus más connotados dirigentes. Pero los resultados de la encuesta Gallup-HOY del pasado viernes 27 y de otras, le insufla un aire fresco al candidato morado, que con más fe arremete en esta recta final para asegurar su triunfo.

Causa extrañeza de cómo un partido, con su carismático presidente, que en el 2006 todavía estaba en el tope de la popularidad hemisférica, de repente se encuentra  rozando  bajos niveles de confianza, simpatías y credibilidad, por estar debajo de la sombra de un acelerado avance de la corrupción que salpica a varios de los miembros del partido gobernante.

Por primera vez desde 1966, un pueblo se mostraba decidido a castigar a los líderes de un partido, en los cuales se confió, cuando una vez, en los finales del siglo pasado demostraron con entusiasmo marxista, que se podía gobernar bien a favor del pueblo. Desafortunadamente, todo eso se derrumbó a partir del 2004, ya que con los despojos dejados por los perredeístas,  rehicieron y recompusieron al país y a la economía, proyectándola a niveles admirables de crecimiento. 

Entonces, el PLD está cosechando lo que sembró para ganarse el repudio de la población, pese a una intensa y abrumadora   campaña de promoción, y el apoyo de cientos de comunicadores,  atraídos  de las formas más diversas.

El PLD ha tenido a su favor el temor que genera el candidato perredeísta que casi cada día él, o sus gentes, cometían errores garrafales de campaña, provocando desilusión por el candidato del PRD, que se creía  imbatible hace menos de tres meses. Todo eso el PRD lo ha querido subsanar con el ponderado y sesudo mensaje que el candidato blanco dirigiera al país  la pasada semana,  tratando de borrar todo sus dislates verbales.

Pese a su buen posicionamiento actual, es un momento de inquietud  para los peledeístas, que orgullosos y engreídos presumían, asegurar su continuidad palaciega, en base a  que este pueblo no sabe conceptualizar,  ni mucho menos razonar y que se les pretendía tratar como niños analfabetos para narigonearlos  como les placiera. Había una decisión de sacudirse de la pesadilla morada, pero el reemplazo podía ser peor a lo que nos gobierna, de ahí ese cambio que a última hora se percibe en el electorado, de no suicidarse, arrojándose en brazos de un político  emocional y carismático. 

Resultaría muy saludable que el PLD sea sacudido por una decisión del pueblo de castigarlos, despojándolos  de su joya más preciada, que es el disfrute del Palacio Nacional,  para que entonces,  algunos de sus miembros más valiosos retornen a sus raíces, que abandonaron  por el disfrute de las fortunas  adquiridas al amparo de sus cargos.

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