La permanencia de acciones nobles

<p>La permanencia de acciones nobles</p>

Palabras del Sr. Jacinto Gimbernard, director de la Fundación Corripio en ocasión de la entrega del Premio Nacional de Literatura 2007 a Diógenes Céspedes el 23 de febrero de 2007 en la sala Principal del Teatro Nacional

Sr. José Rafael Lantigua, secretario de Estado de Cultura; Sr. José Luis Corripio Estrada, presidente de la Fundación Corripio, Inc.; Sr. Diógenes Céspedes, Premio de literatura 2007, demás integrantes de la mesa de honor, distinguidos invitados:

Una de las virtudes que más necesitamos en nuestros países es la continuidad, la permanencia en la práctica de las acciones nobles, positivas, dirigidas a enaltecer los altos valores de la Nación, borrando claramente sensaciones de olvido, apatía, descreimiento o ingratitud.

¿Vale la pena una vida consagrada al estudio enjundioso, a la enseñanza y al esfuerzo por dar lo mejor de sí?

El reconocimiento de la Fundación Corripio y el Estado dominicano a través de la Secretaría de Estado de Cultura y anteriormente por la representación gubernamental que, unida a nuestra fundación había sido puesta en la Secretaría de Educación, ya cumple diecisiete años. ¡Magnífico ejemplo de solidez en criterios e intenciones!

En esta época en la que se habla de inversión de valores, en la que muchos consideran que logra más reconocimiento el corrupto, el que se hace rico sin importar los medios, el que logra salirse con la suya y escapar a la justicia, se hace más importante oponernos a esa tendencia como lo hacemos al valorar el esfuerzo, la tenacidad, la dedicación al desarrollo cultural de una nación a través de la escritura, la enseñanza, la publicación de ensayos, artículos periodísticos, crítica literaria, investigación, poesía, formas todas de elevar el intelecto, que es también un modo de hacer Patria, de hacer Nación.

En días recientes contaba Julia Álvarez que un joven empresario que estaba sentado junto a ella durante un vuelo vio el título de su último libro Para salvar el mundo y sin saber que era una novela le preguntó, entonces, ¿cuál es la solución para salvar el mundo? A lo que ella contestó que el libro era una novela. Cuenta Julia que el joven se decepcionó, se desinteresó, pero que ella se quedó pensando que lo que el mundo necesita es más novelas, más cuentos, ya que al leer nos transformamos, ejercitamos «los músculos de la imaginación y la compasión» pues nos ponemos en lugar del otro, conocemos el mundo desde un punto de vista ajeno, y se renuevan los vínculos con los demás, y así nos transformamos, y al lograr esto, poco a poco, lector por lector, la novela puede cambiar el mundo, inspirándonos a actuar, ampliando nuestra visión.

Estoy seguro de que los galardonados y muchos de los presentes aquí piensan igual, escriben para lograr una transformación, como muchas veces ha dicho el Dr. Víctor Villegas, soñando quizá con poner un granito de arena para lograr un mundo mejor, cada uno a su nivel, a su modo. Y eso es lo meritorio. Más meritorio si el esfuerzo es consistente y el producto de calidad. A esa intención me refería al principio de mis palabras. Luchar por un mundo mejor es un ideal a mantener, pues como decía Gandhi: «No tenemos otro mundo al que podernos mudar».

El tiempo va pasando. Este galardón, el premio literario de más alto nivel del país, se inició en 1990, año en que en reconocimiento a la grandiosa labor de toda una vida fue otorgado a Joaquín Balaguer y Juan Bosch. Luego ha ido pasando a personalidades como Manuel del Cabral, Pedro Mir, Manuel Rueda, Antonio Fernández Spencer, Marcio Veloz Maggiolo, Virgilio Díaz Grullón, Lupo Hernández Rueda, Mariano Lebrón Saviñón, Víctor Villegas, Carlos Estevan Deive, Hilma Contreras, Franklyn Domínguez, Andrés L. Mateo, Diógenes Valdez, María Ugarte y hoy entra en ese grupo selecto Diógenes Céspedes, un hombre que se ha destacado por su perseverancia en el estudio, la investigación, la crítica literaria y el periodismo, que ha sobresalido como ensayista, maestro, y que ha incursionado también en la poesía.

Los galardonados son personas que no dejan de producir mientras les queda fuerza, que no se detienen en su búsqueda de nuevas formas de expresarse, que no dicen «hasta aquí llegué», sino que continúan produciendo, dejando un legado invaluable que poco a poco se va publicando para beneficio de nuestro país. Así tenemos entre ellos a Marcio Veloz Maggiolo, Mariano Lebrón Saviñón, Víctor Villegas, Franklyn Domínguez, Andrés L. Mateo, Diógenes Valdez y María Ugarte, todavía produciendo trabajos nuevos, publicando, esperamos que estimulados por el reconocimiento que les hace la sociedad, representada en este caso por las más antiguas y reconocidas universidades del país, por el Estado, a través de la Secretaría de Cultura, y por la Fundación Corripio, de la empresa privada.

No voy a abundar sobre la trayectoria del Dr. Céspedes, pues de su semblanza se encargará Miguel Phipps y redundar no es la idea de este acto, sino reconocer valor a quien valor merece.

Los dejo, pues con las palabras del licenciado José Rafael Lantigua, secretario de Estado de Cultura.

Muchas gracias, y buenas noches.

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