La personalidad adictiva

La personalidad adictiva

¿Tiene la drogadependencia una predisposición psicológica? ¿Es posible saber si alguien usará drogas a lo largo de su vida estudiando los rasgos de su personalidad? Definamos antes qué es lo que entendemos por adicción o dependencia. Cuando nos referimos a adicciones, estamos englobando al menos tres modelos de relación con las drogas, sean estas legales o ilegales.

Si bien cada persona es única y, como tal, produce hechos también únicos, delinearemos estas tres formas básicas, sobre las cuales cada individuo presentará características especiales.

La primera de estas tres actitudes es el uso o consumo. Enrolamos aquí a toda persona que tiene un contacto ocasional o no con sustancias psicotrópicas, sin que ello signifique un verdadero impedimento para su vida personal y de relación.

Adicción es el segundo escalón de esta escarpada ladera, con el que asimilaremos a las personas que han dejado el uso para abusar de las drogas. Esto les genera problemas de relación, tanto por la necesidad de conseguir esas sustancias como por el estado en que se encuentran durante y luego de sus efectos.

¿Cuál es la diferencia con la tercera actitud, la dependencia? En este estadio, el usuario necesita de la droga en forma contínua, ya que la suspensión de la dosis genera síndrome de abstinencia. Esto quiere decir que su organismo ha aprendido a funcionar bajo los efectos de la droga, y sin ellos se encuentra imposibilitado de hacerlo, al menos parcial y temporariamente.

Si bien el uso de drogas ha existido desde tiempos remotos y en diferentes razas y culturas, es hoy cuando la drogadependencia es percibida como una problemática acuciante. Sus consecuencias no sólo recaen en aquellos que usan drogas, que sin duda son los más afectados, sino sobre el conjunto social a través de diferentes problemas como los conflictos familiares, la violencia, el costo para los sistemas de salud o la falta de productividad.

Asistimos al fenómeno del consumo en general, no ya específicamente de drogas. El hombre de nuestra era consume, luego existe. El apetito por objetos, entendiendo por tales lo opuesto a sujetos, parece irrefrenable. Inclusive hacia aquellos que no son esenciales para la subsistencia en sus planos biológico, social y espiritual, pero que se transforman en imprescindibles, atrayendo las energías de una gran masa de hombres y mujeres entre quienes los jóvenes son, quizá, los más vulnerables.

Fuente:Prevenir

Publicaciones Relacionadas

Más leídas