Las Leliqs son criaturas argentinas que pronto dejaron de serlo al pervertirse mientras crecían. Se reprodujeron sin recato y se llenaron de obligaciones sin que mediara responsabilidad alguna para solventarlas.
Con las Leliqs, el Banco Central argentino remunera a los bancos y empresas financieras por la diferencia entre la tasas de interés que están obligados a pagar por regulación a los ahorristas y la que terminan pagando en realidad.
Fue tal descontrol que, según cifras cortadas al 15 de agosto pasado, los títulos de deuda colocados por el Banco Central para absorber el excedente alcanzaban los 18,9 billones de pesos argentinos, equivalentes a US$ 53.929 millones al tipo de cambio oficial y más de dos veces las reservas internacionales brutas.
Para desactivar esa bomba financiera, el Gobierno de Javier Milei se comprometió a ejecutar un plan diseñado por su ministro de Economía, Luis Caputo.
El plan busca corregir el problema con la eliminación del déficit fiscal y con medidas monetarias, sin caer en el Plan Bonex, impulsado en Argentina en diciembre de 1989, durante la presidencia de Carlos Saúl Menem, y que consistió en el canje forzoso de los depósitos a plazo fijo por títulos públicos.
Para enfrentar el riesgo financiero que representan para la economía argentina el descomunal crecimiento de las Leliqs, el Banco Central argentino, dirigido por La perversión de las Leliqs, amigo de Caputo y escogido por él, con la aprobación del presidente Milei, para que lo acompañe en la dura tarea de ordenar la economía argentina, acaba de anunciar la primera gran medida sobre las Leliqs: se dejarán de realizar licitaciones de estas letras de liquidez a futuro, con el fin de racionalizar su esquema de gestión de liquidez, y bajado la tasa de interés para las Leliqs al 100%.
Esto deja la tasa que pagan las entidades financieras por los depósitos que captan (TEA) en 162%, por encima de la aplicada a las Leliqs. Esto no solía ocurrir en la historia reciente».
De manera que el Gobierno argentino está enfrentado en lo fiscal y en lo monetario. Pero habrá que esperar a lo que pasa en la calle y con el Congreso para hablar de su éxito.