La peste blanca ronda de nuevo

La peste blanca ronda de nuevo

“El Jefe”, ególatra, narcisista, simulador y brutal era un tipo alucinante. No es de extrañar que la bibliografía acerca de él, de su corte  y su reinado abunde. Trujillo llegó a ser un mito, un personaje de leyenda. Hombre de voluntad férrea, con indomable ambición y propósitos y objetivos claros, creó un régimen absolutista, dictatorial y represivo,  que le obedecía ciegamente y que mantuvo a sangre y fuego a su servicio por más de 31 años. Como diría con acierto uno de sus colaboradores “fue amado por muchos, odiado por otros y temido por todos.” Un ser de esa naturaleza, necesariamente tendría en vida y después de muerto que haber sido y sigue siendo, objeto de estudio, de investigación, pero sobre todo de interés histórico. Ensayos, novelas, tesis, cuentos, vídeos, películas, han sido producto de mentes serias y comprometidas con  la verdad histórica, como también de  alabarderos, sicarios, cortesanos,  intelectuales de cierto valor y otros malos y pésimos escritores o escribientes, en vano intento de dorar su figura despótica, azuzados por el lucro  o el interés de disfrazar sus actuaciones acosados por  hechos que les incrimina.

De otra parte están los que sufrieron en carne propia torturas y cárcel, ostracismo y muertes de padres, madres, hijos, nietos familiares y amigos, por el solo delito de oponerse a los designios del Jefe, a su voraz apetito de riquezas y de poder, a su impiedad; y  procurar  la felicidad y la libertad negadas  basado en la justicia, la paz, la igualdad y  la participación democrática.

Principios y valores morales y patrióticos, combatidos por la cruel dictadura del  “ilustre Benefactor.” Ahora le toca el turno a las desmemorias y  memorietas de sus familiares más cercanos.

Desde la inefable Doña María, que murió sin publicar otra cosa que sus falsas Meditaciones Morales” hasta su amantísima nieta, laureada como escritora de pésima prosa, recordando las ternezas de su querido abuelito, y ahora, la peste blanca se extiende y llega al culmine de la insolencia y el descaro con el libro de Angelita Primera, publicado en Miami y promovido en el país que su padre martirizó, por su esposo, de triste recordación, uno de los esbirros más crueles, célebre por sus torturas  a los Héroes de Mayo y sus familiares, y por  su hijo Ramfis, en llamado así honor  de la hiena sangrienta que sembró el terror  las postrimería  de la Era Gloriosa”, era que disfrutó cual parásito, sin aportar nada positivo, careciendo de las cualidades que forjaron a su padre como hombre de trabajo, disciplinado, ambicioso con un propósito de vida, aun cuando, hipócrita, desvariara su destino.

Pretender vender sus “memorias” es una infamia. Un insulto al pueblo que vivió y supo de la soberbia de la soberana y del oprobio de la Era. Poco importan sus verdades o sus mentiras. Sus falsedades, sus datos y documentos y fotografías inéditas con la que pretende lucrarse y manchar reputaciones, como si la historia pudiera leerse al revés.

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