La Piedad, según Sampedro

La Piedad, según Sampedro

   Primero fue el Renacimiento. Las clases de Historia del Arte en el cole promovían con cierta apatía uno de los movimientos más revolucionarios que ha tenido el devenir humano. Clasificado por algunos como un cambio cultural, el Renacimiento fue más que eso. Fue una erupción del humanismo en todas sus expresiones: artísticas, filosóficas, culturales y científicas que transformó la visión del hombre por el hombre.

Del movimiento, Miguel Ángel y  Da Vinci son mis preferidos. El primero, por La Piedad; el segundo por la capacidad para asombrarme. 

La segunda vez fue a través de María Kodama, la viuda del inmenso Borges, quien le descubrió, cuando aún ella era su pupila, la majestuosidad de La Piedad en un viaje por el Viejo Mundo que el escritor regaló a su alumna-amante.

La tercera y última vez fue a través de José Luis Sampedro y  “La sonrisa etrusca”. No sé de quién me enamoré más: si de los ojos partisanos del viejo Salvatore –Bruno– Roncone, o de La Piedad misma. Sampedro pone en el personaje del abuelo toda la terneza y toda la vitalidad manifestada en sus retorcidas venas, como raíces debajo de su piel.

“…de repente, le detiene en seco una escultura. En ella ninguna blandura: al contrario. Parece como aún a medio hacer, pero  ya tan cargada de expresión que su misma rudeza, más vigorosa que lo perfecto, resulta un grito de llamada para el viejo, un toque de clarín”.

“Se asombra: un escultor digno de los guerreros con las mazas; nada de pequeñeces. ¿Qué labró en esa roca?, ¿qué nos quiso decir?… Ese personaje en pie, con redondo casco y manto, sosteniendo un hombre desnudo cuyas rodillas se doblan en el desmayo o la agonía…, ¿qué misterio encierra?”.

“¡Imposible!…¿una mujer con casco? Y aunque sea un manto cubriendo la cabeza, ¿cómo una madonna, que siempre pintan niña y poca cosa? ¿Una virgen, con esa fuerza, plantada tan firme, sosteniendo, levantando al Cristo?”

“Dos guerreros; eso tienen que ser;  dos partisanos de entonces, no hay duda… ¡Si está claro, a uno le han herido y el camarada le sostiene, llevándoselo a sitio más seguro!.. El viejo se lo pregunta al mármol de hombre a hombre, para admirar mejor tanta recia ternura, tan hondo amor viril, misteriosamente encarnado en la piedra….

Twitter: @fatimaisolina

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