La piedra compungida

La piedra compungida

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Cuando estudié la literatura de tercero de bachillerato, uno de los ejemplos que más se quedaron en mi memoria fue el de la hipérbole. Era un fragmento (creo que de Garcilaso de la Vega) que decía: “Con mi llorar, las piedras, enternecen su natural dureza, y las quebrantan”.

Era una manera de comunicar que eran tanto el dolor expresado en el llanto del autor, que las piedras, al oírle con tanta pena, se les ablandaba el alma y se rompían solas. Y eso es la hipérbole, una exageración llevada a su más alta expresión.

En estos días en que ocurrió lo de Piedra Blanca, uno de los titulares del periódico El Nacional señalaba “el luto y la tensión” por la que estaba pasando la piedra en cuestión a causa de la muerte de cuatro políticos de la localidad como fruto de un encuentro a tiros como parte de la lucha política que allí se libra.

Pero todo parece apuntar hacia que dicha piedra, Piedra Blanca, no solo va a enternecer su dureza y a quebrantarse. Sino que la harán polvo por todo el dolor que se va a generar allí. Porque parece que las cosas han terminado ahí.

Eso es apenas el comienzo de lo que acontecerá según vaya acercándose el 2006 y las elecciones congresuales y edilicias. Y naturalmente, para las comunidades provinciales las batallas serán en medio de las carreteras y con muchas armas. Porque lejos de desarmar a la población ahora hay más armas, y por lo tanto, más probabilidades de causar dolor y enternecer piedras, sean blancas o negras.

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Una carretera espacial a la luna

Una nueva razón para abrir una cuenta de ahorros es la ya segura posibilidad de viajar a la Luna. Ya imagino los carteles de los bancos estimulando al ahorro para un delicioso y exclusivo viaje a la Luna por tan sólo cien millones de dólares más ITBIS. Por ahora, Quirino no podrá hacer el viaje, pero ya la carretera está trazada.

Según lo que se sabe, lo único malo es que todos los pasajeros tendrán que ir mezclados, no habrán espacios de primera clase, algo que puede crearle una situación embarazosa a la compañía que está ofertando los viajes, pues hay que gente que decididamente exigirán viajar con ciertas distinciones, privacidad y servicios exclusivos.

Se dice también que ya hay una fila de mil personas con sus cien millones de dólares en las manos para comprar el ticket de ida y vuelta a Selene. Y es más un ticket de vuelta, porque es una vuelta que le van a dar a nuestro satélite para verlo desde mil o dos mil kilómetros. El viaje incluirá una parada en la estación espacial más cercana para que los turistas siderales puedan estirar las piernas y degustar la comida rápida espacial: tabletas de cerdo al horno, pastillas de puré de papas, jugo de naranja en gotero, cápsulas de frijoles, y unas pastillitas como las del Dr. Ross con sabor a postre de manzana, “cheese cake” y helado de chocolate.

La gran sorpresa del 2008, cuando se efectuará el primer viaje, será la del primer dominicano que se montará en el Soyuz para ir a la Luna. Quien sea el primero puede asegurar su candidatura a la presidencia de la República, por lo menos, porque para los dominicanos eso será lo más grande que pueda hacer uno de nosotros.

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Un fallo en la arquitectura sanitaria

No hay escapatoria, toda la culpa deberá caerle a los arquitectos, de paso a los ingenieros, y hasta algo deberá pegársele a los maestros constructores, todos ellos asociados a las edificaciones que ofrecen servicios públicos, como los paradores de carreteras, por ejemplo.

Claro que muchos arquitectos dirán que la mayoría de los paradores de carretera no tienen diseño, sino que son construcciones “de la propia inspiración” del dueño, algunos ayudados por amigos ingenieros y otros que simplemente encargaron a un maestro constructor de la obra y su terminación.

Bueno, pero ¿cuál es el asunto? El asunto es saber por qué razón los urinarios de caballeros nunca tienen dispensador para un rollo de papel sanitario. ¿Por qué causa los arquitectos y los ingenieros no le colocan dispensador de papel sanitario para los que tenemos que orinar de pie? Analicemos las consecuencias de ese fallo en la arquitectura sanitaria.

Un caso supuesto. Un amigo suyo entra a un baño de uno de los paradores de cualquiera de nuestras carreteras, “desaloja sus tibias aguas”, sacude con su mejor práctica y experiencia, se salpica toda la mano derecha (si es derecho) o su mano izquierda (si es zurdo), y para secar un poco se pasa una mano por la que resultó salpicada. Va hasta el lavamanos. No hay agua. Y para no perder más tiempo simplemente se va.

Y en ese momento usted va llegando con su familia, incluyendo a su hijita de tres años. Y se encuentra con su amigo, al cual le estrecha la mano efusivamente. Y él, contentísimo de verle, hasta le da palmaditas por el cuello; a su mujer le da un beso en la mejilla mientras le apoya la mano aquella en el lado opuesto de la cara, y al ver a su hijita de tres años le pasa cariñosamente la mano por la carita, la misma mano aquella, “sujetadora”, “sacudidora” y “salpicadora”. Y usted que ni se entera.

Y todo por culpa de los arquitectos y los ingenieros, que no incluyen dispensador de papel higiénico en los urinarios de hombres, para que en vez de sacudir como una regadera, se sequen, delicadamente, amorosamente, adorablemente si quieren, en vez de estar salpicando manos, pantalones y hasta corbatas y zapatos.

Aunque esto no tiene nada que ver con el TLC, ni con la globalización, y mucho menos con el Estado fallido, creo que es un problema nacional que deberíamos afrontar por un asunto de higiene y salud.

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La gran amenaza del glp

Lo más preocupante del alza de los combustibles, principalmente del gas licuado de petróleo, no es el problema por escasez que causará en el transporte, ni el aumento de los pasajes en los vehículos movidos a gas, ni lo que pasarán las familias pagándolo más caro. El gran problema, la gran amenaza del GLP, es el aumento de los precios en las frituras instaladas en los paradores de las carreteras.

Si ya de por sí son caras estas fritanguerías, imagine hasta donde se van a disparar. De manera que vaya haciéndose a la idea de que para comprar frituras en los paradores usted tendrá que pagar con dólares o con éuros, si no tiene su tarjeta de crédito limpia y a mano.

Una alternativa para estos momentos es que usted fortalezca sus relaciones con el dueño de su parador preferido para asegurar su crédito. Es decir, para que pueda llevarse un yaniqueque en dos pagos o abonarle parte del precio de un servicio de longaniza con fritos verdes con dos o tres meses de antelación a su consumo.

Otra alternativa en la carretera para esas paradas técnicas serán los puestos fruteros. Como no es necesario freir mangos, sancochar cajuiles, ni hacer mangú de naranjas, no habrá necesidad de GLP para satisfacer las demandas de los clientes frugívoros.

Así es que, ya veremos aumentar los puestos fruteros para sustituir las frituras, sancochaduras y asaduras. Lo único malo entre nosotros es que desde que se popularicen los puestos fruteros, los precios de las frutas se elevarán sin necesidad de ningún GLP, simplemente por el hecho de que habrá gente que querrá enriquecerse rápidamente, tan rápido como cualquier presidente de banco, aunque después le quiten el yate y la visa.

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