Pocas han sido las oportunidades que hemos tenido de ver al presidente Danilo Medina cometiendo una pifia, como lo ha sido elegir la peor excusa posible para justificar su decisión de “darle un chance” a los funcionarios que no cumplieron con su obligación de entregar a la Cámara de Cuentas su declaración jurada de bienes como manda la ley 311-14, que considera a los omisos como potenciales sospechosos de enriquecimiento ilícito. Al alegar que esos funcionarios “no sabían” que tenían que cumplir con esa responsabilidad el mandatario ofende nuestra inteligencia, violenta la ley, que en ninguna parte habla de prórrogas y mucho menos de chances, y deshace de un plumazo los esfuerzos de su propio gobierno por institucionalizar la transparencia y la rendición de cuentas en el manejo de los recursos públicos. ¿Qué sentido tiene que el ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, amenace con sacar de nómina a los funcionarios que al 30 de noviembre no hayan entregado su declaración jurada si, vencido ese plazo, el presidente de la República lo desautoriza y para colmo exculpa con un argumento baladí a los incumplidores? Tanta comprensión y tolerancia hacia los funcionarios en falta preocupa, mas que nada porque puede prestarse a malas interpretaciones en un gobierno que ha sido tan timorato en materia de lucha contra la corrupción. Repito: pocas oportunidades hemos tenido de ver al presidente Medina cometiendo una pifia de ese calado, y ese hecho tan singular tiene un significado que cada quien, “a sigún” el color del cristal con el que mire la realidad nacional, interpretará y juzgará. Yo solo digo que ni siquiera un político “24/7” como Danilo Medina, quien solo habla lo que le conviene en el momento que considera oportuno, puede evitar que un buen día, producto del estrés o del acoso impertinente de los periodistas, se vea compelido a expresar sin adornos ni eufemismos lo que realmente piensa.