La piltrafa presupuestaria

La piltrafa presupuestaria

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Arturo Bueno ha vuelto a aparecer en el conocimiento de los dominicanos cuando su obra ha sido rescatada por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, gracias a la colaboración de importantes empresas de Santiago, que el pasado martes, en el Centro León, dieron a conocer «Quien te vio y quien te ve, Santiago» que recoge decenas de anécdotas, biografías y narraciones costumbristas de gran valor para las presentes generaciones.

Pues bien Arturo Bueno, en su rescatada obra, y en una de sus anécdotas nos habla de la costumbre de los políticos de fines de siglo XIX, que buscan por todos los medios el disfrute de un cargo para aprovecharse de las piltrafas presupuestarias del gobierno como ocurre ahora, pero con montos muy distintos a aquella época. Ahora, en pleno siglo XXI, la rapidez del enriquecimiento y el desfalco de los recursos públicos, es a una mayor velocidad. Ya no se trata de piltrafas sino de sabrosos y jugosos filetes gubernamentales que son disfrutados por los políticos, que sin reconocidos talentos para el trabajo o con empresas exitosas, se convierten en magnates y figuran en las páginas sociales de los diarios. Se convierten en parte del medio ambiente social que antes sólo lo podían conocer cuando arrastraban sus pobrezas en los barrios marginados de origen. Por ser activos y militantes agitadores políticos, su suerte cambió y de la bacinilla nocturna pasaron a convertirse en usuarios de sofisticados inodoros europeos, con una larga cola de la evidencia de una fortuna mal habida.

La actual campaña política, ha servido para poner a las claras que los políticos se burlan de la candidez de los dominicanos, al creerlos estúpidos, ya que su campaña para las elecciones del próximo martes 16, se ha centrado en bullangueras caravanas con ensordecedores equipos de sonidos difundiendo candentes merengues, salsas, raggaeton y bachatas. Los candidatos en su mayoría, los que buscan reelegirse o lo que aspiran a trepar al poder político de un cargo, han basado su insulsa y deslucida promoción en tan solo ofrecer alcohol, dinero, música y caravanas incesantes, ya que el populismo se ha puesto de moda. Se parte de la creencia de que se engaña al pueblo intoxicándolos y anestesiándolos con lo que ellos creen es lo que les gusta a la gente.

El populismo busca adhesiones en base a quien más bulla haga y quien más ron reparta entre sus seguidores; las caravanas se miden por la longitud de las mismas o el tiempo que transcurre desde su inicio a su fin; de ahí se habla del éxito, en donde el poder de convocatoria estuvo sazonando en base  a proporcionar combustible para los vehículos y a la claque bullosa, de forma que se logre una aprobación a una candidatura que nada tiene que ofrecer, ocultando las intenciones de la búsqueda del poder económico en base al disfrute de los cargos.

Los legisladores, los reelectos y los nuevos, sueñan de nuevo con sus exoneraciones para los vehículos, sus relaciones con los funcionarios que reparten contratos, pese a la nueva disposición que elimina el grado a grado, y lo primordial es establecer de inmediato, e incluso mucho antes de ser electos, las inefables ONGS de donde se nutrirán con creces del erario público.

La piltrafa presupuestaria de finales del siglo XIX, según Arturo Bueno, se ha convertido en el filete del siglo XXI, donde lo atractivo que resulta el disfrute de los cargos se manifiesta en esta campaña en sus días finales por la enorme cantidad de dinero gastada en propaganda, donde los candidatos, salvo honrosas excepciones, sólo han vendido su imagen supuestamente por confiables o trabajadores, o en base a una falsa sonrisa llena de mentiras, sabiendo que si logran el voto de sus comunidades es difícil que lo vuelvan a ver en manga de camisa, sudorosos y abrazando a todo el mundo.

Hay candidatos municipales y legislativos que espantan y meten miedo por el volumen de dinero invertido en costosas campañas, donde saturan al televidente, a los oyentes y lectores, con repetidas cantinelas de su capacidad de trabajo y de lo entregado que serán al frente de los cargos que aspiran. Todo el mundo tiene en su interior el temor de que si han gastado, por ejemplo, cien millones de pesos, de seguro que tratarán de extraer de los presupuestos de los puestos a que aspiran, por lo menos diez veces esa cantidad para resarcirse y resarcir a quienes invirtieron en ese proyecto político, así mismo reponer lo que sacaron de sus fortunas obtenidas en los cargos ocupados en otras instancias del Estado.

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