La plaza Fray Antón de Montesinos: para recordar el derecho de gente

La plaza Fray Antón de Montesinos: para recordar el derecho de gente

En el año 1982, el gobierno del presidente José López Portillo donó al pueblo dominicano la Plaza Fray Antón de Montesinos, cuya monumental estatua la vemos abandonada y profanada anta la indiferencia de muchos, pese a que fue una obra diseñada por el destacado arquitecto Pedro Ramírez Vásquez, para reivindicar un hecho histórico y por demás patrimonio de la humanidad: la voz que proclamó el derecho de gente.

México invirtió en esa plaza por el hecho de que fue en esta isla donde por primera vez se proclamó el respeto por los derechos humanos en este lado del planeta y en reciprocidad porque fue en este país donde se designó como benemérito de las Américas a Benito Juárez, presidente varias veces de México, y a quien se le conoce por su famosa frase: el respeto al derecho ajeno es la paz.

La paz, los derechos humanos, el derecho de gente nos involucra en una acción digna de reflexionarla con miras a la dignidad, la decencia y las más puras y anheladas aspiraciones de todos los humanos, independientemente de cuan trágico sea nuestro día a día.

Ha habido numerosos intentos para recuperar esa plaza, el gobierno de México a través de sus embajadores ha mostrado interés por la misma, pero siempre se ha encontrado con escollos que han impedido su recuperación.

La plaza, conmemorativa de los hechos más significativos referente a la dignidad de los seres humanos, se ha convertido en un antro para violar justamente esos derechos, por lo que se impone una atención permanente para que al menos no siga siendo lugar para la expresión de la barbarie y la profanación.
Es urgente iluminar ese lugar, vigilarlo las 24 horas del día, impedir que sea un refugio de delincuentes y violadores de los derechos de la gente.

Indagando sobre el destino de este lugar, nos enteramos de que la Fundación Marítima Dominicana ha firmado un acuerdo con el Ministerio de Cultura para establecer un museo marítimo y un museo de los derechos humanos.

Nos han mostrado el diseño realizado por el arquitecto Pedro Borrell y su construcción deberá comenzar el próximo año.

Pero mientras eso llega, es urgente que se den pasos para devolverle la dignidad a ese lugar, por lo menos cubrir nuestra vergüenza con el donante que con tan buena fe otorgó al país el monumento que puede ser un atractivo más para los turistas y visitantes extranjeros.

Un museo donde se le explique a todos los visitantes que Montesinos se adelantó más de 400 años a la proclamación universal de los Derechos humanos, que en este lado del mundo unos frailes dominicos entendieron que los aborígenes eran seres humanos, no seres inferiores ni de otro planeta.

El sermón de adviento, declamado puede ser el fondo de todos los que entren al museo cuando éste sea una realidad, y así recrear lo que fue una verdad: aquí se proclamó el derecho de gente y eso en sí mismo es un atractivo, como son todos los museos del mundo, que son los lugares para recordarnos de dónde venimos.

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