La población estudiantil universitaria

La población estudiantil universitaria

Con una población de 175 mil estudiantes esparcida entre su sede central y sus catorce extensiones regionales, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) es una de las más pobladas de la América española. Ese hecho, parece preocuparle al destacado periodista y comentarista de noticias del Canal 9 de televisión José Báez Guerrero. El también laureado escritor, irónico y mordaz, en sus comentarios del viernes pasado se preguntó que cómo era posible que en un país tan pequeño como la República Dominicana de apenas 10 millones de habitantes, la matrícula estudiantil de su universidad pública fuera de 175 mil estudiantes. Nos parece que sus críticas al respecto no tienen fundamento.

El sistema dominicano de establecimientos de educación superior está integrado por 44 instituciones, entre ellas 33 universidades, 6 institutos especializados y 5 institutos técnicos. A finales del año 2005, aunque en alza, su población era de sólo 322 mil 311 estudiantes matriculados, de ellos, más del 50% cursaban sus estudios en la UASD. La cobertura bruta del sistema era de apenas un 25.8%, muy por debajo de la media de los países del área.

Esas estadísticas muestran que, contrario a lo que el señor Báez Guerrero cree, tenemos mucho menos estudiantes universitarios que lo que deberíamos tener. ¿Por qué es tan bajo el número de jóvenes dominicanos que cursa estudios superiores? Porque la escolaridad promedio de la población dominicana es de sólo ocho cursos de escuela básica; porque el sistema dominicano de instrucción pública es el peor financiado de la América española; y porque la reforma de la educación superior dominicana se inició con casi dos décadas de retraso en comparación con las de otros países de la región que completaron su ciclo de gran crecimiento en los años de la década del 90 del siglo pasado mostrando tasas brutas de escolarización a nivel superior de un 50.9% y más.

A pesar de que nuestras instituciones de educación superior son muy eficientes en el uso del tiempo, y, sobre todo, en el empleo de los menguados recursos que reciben, la eficiencia de la titulación (coeficiente entre la cohorte de ingreso y la egreso) es baja: 47% para el sector privado y 41% para el sector público. Más claro, los estudiantes universitarios de aquí emplean más tiempo en graduarse que el requerido. Parecería que los de mayores recursos no tienen prisas en graduarse y los más pobres precisan de dividir su existencia entre estudiar y sobrevivir.

La UASD es la institución del país que más ha contribuido y contribuye al ascenso social.

Cierto es que en la actualidad, la posesión de un título universitario no se traduce en empleo seguro. No obstante, aquí y en cualquier país del mundo, el índice de desempleo sigue siendo menor entre los titulados universitarios que entre las personas sin ninguna formación.

En sus comentarios del pasado viernes, Báez Guerrero también se refirió a los oficios, especialmente al de plomero, en oposición a lo que considera sobreabundante manos de obras calificadas. A ello nos referiremos en una próxima entrega.

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