La población mundial en el siglo XXI: Un reto demográfico para las economías globales según Mckinsey & Co

La población mundial en el siglo XXI: Un reto demográfico para las economías globales según Mckinsey & Co

Santo Domingo.- En un mundo cada vez más impactado por las transformaciones demográficas, las tasas de fertilidad en caída y el envejecimiento de la fuerza laboral están posicionándose como uno de los mayores desafíos para las economías globales. Un reciente informe del McKinsey Global Institute, titulado ¿Dependencia y despoblación? Enfrentando las consecuencias de una nueva realidad demográfica, destaca las consecuencias de estos cambios, tanto para los países avanzados como para las economías emergentes. A menos que se tomen medidas inmediatas, las próximas olas demográficas podrían alterar profundamente el crecimiento económico, los mercados laborales, el consumo y las finanzas públicas.

Actualmente, dos tercios de la humanidad viven en países donde las tasas de fertilidad están por debajo del nivel de reemplazo de 2,1 hijos por familia. Este fenómeno, que solía interesar solo a demógrafos y actuarios, se ha convertido en una preocupación global. El informe de McKinsey subraya que este descenso es severo y de largo alcance, con consecuencias directas para las economías avanzadas y emergentes.

“Nuestros sistemas económicos, basados en poblaciones en edad laboral crecientes, están en un punto de inflexión”, afirma Chris Bradley, socio senior de McKinsey. Según Bradley, el crecimiento del PIB per cápita podría disminuir hasta en un 0,8 % anual en algunos países avanzados durante los próximos 25 años, a menos que el crecimiento de la productividad se cuadruplique o que las horas trabajadas por persona aumenten hasta cinco horas semanales adicionales.

Otro aspecto crítico es la disminución del índice de soporte poblacional, que mide el número de personas en edad laboral (15 a 64 años) por cada persona mayor de 65 años. En 1997, este índice global era de 9,4; hoy es de 6,5, y para 2050 se espera que caiga a 3,9. En regiones como Asia Avanzada, Europa Occidental y China, este índice caerá por debajo de 2, lo que ejercerá una presión inmensa sobre los sistemas de jubilación y las finanzas públicas.

El informe también destaca cómo los precios crecientes de los bienes raíces han sostenido el consumo de los mayores, mientras complican el acceso a la vivienda para los jóvenes trabajadores. Esto, combinado con la disminución de la población en edad laboral, podría desestabilizar las economías si no se toman medidas urgentes.

Puedes leer: RD avanza en apoyo mipymes junto a la UE

Las economías emergentes también enfrentan retos significativos. Aunque han disfrutado de un dividendo demográfico en el pasado, está a punto de desaparecer. Por ejemplo, India ha visto un impulso de 0,7 puntos porcentuales anuales en su PIB per cápita durante los últimos 25 años gracias a su estructura demográfica, pero este impulso caerá a 0,2 en los próximos 25 años.

Anu Madgavkar, socia de McKinsey, explica que India necesitará solo 33 años para alcanzar el mismo índice de soporte que las economías avanzadas actuales, pero su PIB per cápita es apenas el 20 % de lo que se considera un ingreso alto. Esto subraya la urgencia de que las economías emergentes «se hagan ricas antes de envejecer».

El informe predice que el mapa global de trabajadores y consumidores cambiará drásticamente. Para 2050, las personas mayores representarán una cuarta parte del consumo global, el doble de su proporción en 1997. Además, los países en desarrollo proporcionarán una mayor proporción de la oferta laboral y del consumo global, lo que hace que su productividad y prosperidad sean esenciales para el crecimiento mundial.

Sin embargo, la productividad media en las regiones emergentes sigue siendo baja, con un promedio de 13 dólares por hora, en comparación con los 60 dólares por hora en las economías avanzadas. Además, las tasas de empleo en relación con la población son aproximadamente 10 puntos porcentuales más bajas en los países emergentes, y la participación de las mujeres en la fuerza laboral sigue siendo particularmente baja en muchos de ellos.

Para enfrentar estos desafíos, McKinsey recomienda una combinación de medidas. Los responsables de políticas y las empresas deben redoblar las inversiones en tecnología y en el crecimiento de la productividad. “Las empresas también necesitarán considerar cómo involucrar a los consumidores mayores y gestionar de manera creativa una fuerza laboral envejecida”, afirma Marc Canal, investigador senior de McKinsey.

Además, se podrían implementar iniciativas para fomentar la participación laboral, especialmente entre las mujeres, así como programas de migración diseñados para atraer trabajadores con habilidades demandadas. Asimismo, los gobiernos y las empresas deben innovar en áreas como pensiones, ahorros para la jubilación, diseño urbano y salud pública para apoyar una longevidad saludable.

“La República Dominicana no está exenta de estas tendencias globales. El país podría priorizar estrategias para aumentar la productividad laboral, fomentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral y asegurar sistemas de pensiones sostenibles. Estas acciones son claves para garantizar un crecimiento inclusivo y sostenible “explicó Antonio Novas, Senior de McKinsey & Co. y Managing Partner para la operación en República Dominicana.

La población de la República Dominicana alcanzará su punto máximo después de 2050, impulsada por dinámicas demográficas sensibles a la caída de las tasas de fertilidad y las suposiciones de migración. En un escenario base, se proyecta un crecimiento poblacional del 3% para 2050, mientras que en un escenario sin migración el crecimiento alcanzaría el 22%.

El envejecimiento poblacional se refleja en la disminución del ratio de soporte (trabajadores por persona mayor de 65 años), que bajará de 4,25 a 1,47 para 2050. En este contexto, el país ha superado a la región en crecimiento de productividad, aportando un 2,3 % anual al crecimiento del PIB per cápita desde 1997. Entre 2023 y 2050, se espera un incremento de 0,2 puntos porcentuales en el crecimiento anual del PIB per cápita, impulsado principalmente por mejoras en la productividad. Este crecimiento será esencial para mitigar los efectos de la desaceleración demográfica, mientras se fomenta la participación laboral femenina, el empleo y la productividad económica.

Es prioritaria la urgencia de abordar las consecuencias del cambio demográfico. Sin acción inmediata, las sociedades enfrentarán un menor crecimiento económico, un contrato social más tenso y un flujo de riqueza entre generaciones cada vez más erosionado. La clave estará en aumentar las tasas de fertilidad, impulsar la productividad y adaptar los sistemas económicos a una realidad en la que la población mundial envejece rápidamente.

En este contexto, las economías emergentes tienen una ventana de oportunidad limitada para «hacerse ricas antes de envejecer». Los responsables de políticas, las empresas y las instituciones globales deben actuar de manera conjunta y decisiva para garantizar un futuro económico sostenible para todas las generaciones.

Te recomendamos leer: ¿Hace RD lo suficiente ante el desafío de la Inteligencia Artificial?

Más leídas