En la zona fronteriza entre Pedernales, Jimaní y Elías Piña está reflejado el gran contraste entre República Dominicana y Haití: del lado dominicano una gran vegetación y del otro un panorama completamente desértico.
Sin embargo, ambos lados tienen en común la pobreza de sus escasos habitantes, cuya vida transcurre en medio de precariedades y no les alcanza el tiempo para pensar en nacionalismo, sino en subsistir, en lo que van a comer ese día.
Durante un recorrido de dos días con las autoridades del Ministerio de Defensa por los caminos fronterizos los niños mostraban alegría, saludaban y algunos pedían que les dieran algo. Mientras que los adultos se mostraban tímidos y asombrados al ver desfilar los vehículos militares.
Tierra de nadie: libre acceso. En algunas localidades de Pedernales la división territorial es un riachuelo en el que se bañan algunos haitianos, y en otra parte es una vieja empalizada que termina siendo una línea imaginaria.
Después del puesto de chequeo militar El Dique, la vigilancia es inexistente; el próximo puesto está distante a 15 kilómetros.
Durante el trayecto también se pasó por el Parque Nacional Sierra de Bahoruco, donde el clima era muy agradable y el olor de la menta sembrada en toda la orilla del camino aromatizaba todo el lugar. Árboles empinados, una neblina espesa que no dejaba ver.
El puesto militar ubicado en esta zona está adscrito al Ministerio de Medio Ambiento.
Desolación vista desde Jimaní. Del lado haitiano solo era desolación, a lo lejos se visualizaban pequeñas casuchas, algunas hechas de yagua y otras de tejamaní.
Esas casuchas no medían más de 12 metros, sin embargo, convivían hasta cinco personas, incluyendo niños. En el patio un poco más amplio, estaba la letrina y al otro lado la cocina en la que por un hueco se veía el humo salir.
Familias domínico-haitianas. Al pasar por algunos zonas de Elías Piña era común ver parejas de dominicanos con haitianas con una diferencia de edad notable. Los dominicanos de muy avanzada edad que podían ser los abuelos de sus parejas, y sus hijos sus bisnietos.
En esta zona los dominicanos viven de pequeños conucos. Mientras que los haitianos sobreviven del comercio informal, venden panes artesanales, frutas.
El recorrido. El recorrido durante dos días con autoridades del Ministerio de Defensa abarcó Cabo Rojo, Mal Paso, El Banano, Cabeza de Agua, Don Juan, Los Arroyos, El Aguacate, El Limón, El rodeo, Duvergé, Hondo Valle, Boca de Cachón, Las Lajas, Cañada Miguel, La Laguna, Tierra Virgen, La Estrelleta.