China ha logrado el éxito excepcional de erradicar la pobreza extrema en el país. Logro reconocido y aplaudido por los organismos internacionales encabezados tanto por el Banco Mundial como por el FMI y la ONU.
Un objetivo planteado en 2012 para alcanzar en 2020 logrando sacar de la pobreza extrema al remanente de pobres rurales que le quedaban, unos 93,48 millones de ciudadanos. En aquel momento en que se fijó acabar la pobreza rural ya había convertido en clase media a cientos de millones de personas que poco antes eran pobres.
La reforma y apertura de la economía iniciadas en 1978 dio frutos inmediatamente.
De acuerdo al Banco Mundial, China representa 70% del avance global contra la pobreza, mientras el secretario general de la ONU se declara “impresionado” por lo registrado en extracción de la pobreza extrema de cientos de millones de personas valorándolo como el mayor esfuerzo en la lucha contra tal flagelo y un enorme aporte al Programa para el Desarrollo Sostenible para 2030, reconociendo que el país ha alcanzado sus metas diez años antes ofreciendo alimentación y abrigo estables a quienes se encontraban en pobreza extrema.
Usando su enorme reserva financiera el Gobierno ha invertido más de 45 mil millones de dólares anuales, para reducción de los pobres, durante los últimos 8 años. Extendió su esfuerzo hasta las empinadas cúspides a más de 5 mil metros del macizo montañoso del Tíbet, expandiendo más de 2 mil kilómetros las líneas eléctricas hasta 380 mil hogares, la red de mayor altitud mundial.
La clave del éxito ha sido su estrategia de desarrollar capacidades y posibilidades de crear empleos dignos aprovechando potencialidades de producción locales logrando, por un lado, ofrecer empleo digno y, por otro, consecuentemente, generar demanda estimulando el consumo, devenido en motor primario del desarrollo económico desde 2009 sin minimizar el papel de las exportaciones constituyendo lo denominado “economía de circulación dual”.
Para conectar a toda esa nueva población productiva el país ha ampliado su ya vasta red ferroviaria y vial viabilizando que aquellas zonas pobres que se han insertado en los procesos productivos se conecten con los mercados nacionales e internacionales creando paralelamente el sistema de seguridad social más grande del mundo para una población de casi 1,400 millones de habitantes.
Electricidad e Internet se extienden ya por todo el territorio nacional. Utilizando su capacidad de movilización social las autoridades dan seguimiento personalizado a los beneficiarios para asegurar que no se revierta lo alcanzado.
El Banco Mundial le reconoce a Beijing un gran aporte a la reducción de la pobreza global considerando que su proyecto de la Franja y la Ruta de la Seda ha contribuido, además, a sacar de la pobreza extrema a otros 67,6 millones de personas y otros 32 millones que se encontraban en pobreza general en los países hasta donde ha llegado el ambicioso programa y ello en un escenario en que el banco proyecta un crecimiento de la pobreza mundial en 150 millones para 2021 por causa de la pandemia.
Contra todo pronóstico, China cierra 2020 eliminando la pobreza extrema gracias a su revitalización y planificación económica y determinación a resolver el problema.