La pobreza espiritual de los «líderes»

La pobreza espiritual de los «líderes»

TEÓFILO QUICO TABAR
La conducta vacilante como el comportamiento errático de muchos dirigentes y políticos sobre todo cuando se encuentran en la cima o en el ejercicio del poder, para algunos se debe a falta de carácter o como decía Bosch, a la falta de formación política, pero su zigzagueante trayectoria no se debe necesariamente a escasos conocimientos en el arte de manejar las herramientas de ese quehacer que les ha permitido alcanzar posiciones de importancia, sino más que a otras cosas, a la ausencia de fuerza espiritual que normen su accionar, tanto público como privado.

El inmediatismo, el pragmatismo materialista, el afán desmedido de poder entre otras cosas, les ocupa todo el tiempo a los que se sienten importantes y peor aún que en verdad se creen importantes porque pueden hacer o decir cosas, aunque la mayoría de ellas solo satisfaga vanidades personales que en nada contribuyen al bienestar de la gente que lo necesita, ni aportan nada en cuanto al fortalecimiento moral e institucional de la sociedad.

Los patrones de conducta que rige la mayoría de la clase dirigente, obedecen a concepciones puramente materialistas. La concepción moral o como deseo llamarlas, espiritual, no ocupa la atención de los que se sienten encaramados en el poder.  «Esas son cosas del pasado y de gente atrasada» . El modernismo, que de una forma u otra también ha arrastrado a dirigentes de diferentes actividades, ha cambiado totalmente su forma de pensar y actuar, y como es de suponer, el de alguna gente sobre las que ejercen influencias.

La ausencia de principios morales o espirituales es la causante de todas esas películas baratas a que nos tienen acostumbrados muchos de esos llamados «líderes». Líderes, porque han llegado a ocupar posiciones en una organizaciones que nadie se ha puesto a analizar como surgieron, ni como han podido mantenerse en el figureo constante, lo que hace recordar aquella canción que interpretaba Lola Flores, «De donde sacan pa’tanto como destacan».

La pobreza conductual de la gente del gobierno y las vacilaciones erráticas de muchos políticos y politiquitos, no tienen otra explicación que la ausencia en sus actuaciones de esos principios morales. Mucho peor ocurre cuando algunos de los que están supuestos a servir de guías espirituales, se doblegan ante la fuerza que exhibe el poder, bendicen de una forma u otra actuaciones violatorias de los más elementales principios de moral, y lamentablemente los aleja de las ovejas que se supone deben pastorear.

El país no anda bien sobre todo desde la cabeza. Eso lo he repetido varias veces. El cuerpo todavía puede estar sano, pero si la cabeza no está del todo bien, el resto del cuerpo estará a merced de sus antojos. Y el país está viviendo de antojos, sueños y compromisos.

No se trata de que a alguien le guste uno que otro partido, uno que otro estilo, uno que otro candidato. El problema es que el país no puede continuar en medio del mar a merced de lo que a alguien se le ocurra, sin planes de nada.

Se viven haciendo cosas simplemente para complacer determinadas vanidades, determinados compromisos y determinados sectores, sin tomar en cuenta lo fundamental que es la gente y los principios.

El pueblo está ausente al momento de hacer compromisos que lo hunden cada vez más, y de los principios éticos y morales que deberían orientar a líderes y gobernantes también. El pueblo solo está presente cuando de demagogia y politiquería se trata. Cuando se acercan los torneos electorales. Cuando se necesitan sus votos.

No importa lo que usted logre, diga, haga o luzca. Si sus acciones carecen de legítima inspiración de fe, al final terminará perdido, derrotado, acabado y amargado. Los pueblos no se engañan, mucho menos a quien todo lo puede. Lamentablemente algunos no creen en nada que no sea el poder y la fuerza.

Por eso vemos a diario tantos comportamientos vacilantes. Tantas medidas erráticas. Tantas acciones vacías de contenido e importancia. Porque han sustituido los Centros de Formación Moral y Espiritual por los Centros de Estética y Cosmiatría.

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