La pobreza espiritual limita al Sur

La pobreza espiritual limita al Sur

Se dice que cada generación es el resultado de la expresión socio económica, cultural y política de su época. La generación nuestra vivió con más carencia, menos información y menos tecnología, pero su espíritu era más del colectivo social; se vivía planificando para cambiarle el rumbo a los demás, entonces, se practica más el altruismo, la compasión, la solidaridad, los vínculos y el apego; pero también, se dejaba sentir el compromiso con la causa, la felicidad, el sentido de pertenencia y la identidad asumida. Había más carencias, repito, pero se dejaba sentir las actitudes emocionales positivas. La pobreza estructural y generacional del Sur ha reproducido cambio en la mentalidad y comportamiento de su población. Vivir por décadas bajo un sistema de exclusión, marginalidad, desigualdad y falta de cohesión social; además de la ausencia de grandes proyectos del latifundio, favoreció el desarrollo del minifundio como son: el conuquismo, el mercado informal, la dependencia del Estado, situaciones que reproducen el acatamiento social, el conservadurismo, la individualidad, el conformismo, el miedo y el temor a pensar diferente, y militar en organizar las fuerzas sociales para demandar los cambios estructurales o de desarrollo humano. Más bien, las fuerzas vivas donde se ha practicado modelos feudales o la revolución industrial no llego, la pobreza es más que material: es una pobreza espiritual, donde se van desarrollando las actitudes emocionales negativas, el individualismo de los grupos, la personalización, la percepción de gente de primera o de segunda, propio del siglo XVIII; pero también, en las carencias estructurales y sociales, se originan comportamientos dañinos a la vida colectiva y gregaria como son: la frustración, el resentimiento social, la ira, la tristeza, el aislamiento, la inconformidad y la desesperanza aprendida; de donde las personas tienden a ser más orgullosas, más valerosas que las demás personas, cosa esta que le dificulta agruparse para responder a conflictos sociales -que los percibe como personal- lo que le dificulta entenderse consigo mismo, con los demás y con las cosas. O sea, en el Sur: Baoruco, Independencia, Pedernales, Barahona y las demás provincias sureñas se percibe la ausencia de los grupos sociales, políticos, productivos, sociedad civil, juntarse para estructurar un plan de desarrollo sostenible para el Sur. Lo que se percibe es el individualismo, la confrontación de los “ellos contra nosotros” y “los nosotras contra ellos”, ya sean del mismo partido político, de la oposición o de la misma clase social o comercial. Esa búsqueda del individualismo se expresa en el crecimiento de forma personal, o de grupos pequeños a través de la política. Pero no se ha creado en cinco décadas una clase empresarial, industrial o agrícola, con conciencia de clase que, junto a los actores sociales, sirvan para demandar del Estado o de organizaciones mundiales que aporten al desarrollo sostenible. La resistencia del Sur y de su gente ha desorganizado o ha desmotivado algunas de esas inversiones, producto de la desorganización, o de la inmediatez que sirve de obstáculo al desarrollo de la región.
El Sur tiene que empujar de forma colectiva para alcanzar a Monte Grande, centros de salud, desarrollo de la agroindustria, empleo, desarrollo urbano y rural, para detener la migración, la fuga de cerebros; es decir, reproducir el cambio en la mentalidad y la conducta. Pese a la pobreza, a las personas del Sur les gusta estudiar, se esfuerzan y son solidarios con sus familiares cuando logran el desarrollo personal. Pero el cambio debe ser social, planificado, inclusivo, sostenible y estructural, para crear nuevas fuerzas sociales y productivas que detengan el parasitismo, la individualidad, el grupismo, el confort mismo, y la desesperanza. El Sur necesita salir del S.O.S de la pobreza material y espiritual. Las personas necesitan sentirse dignas, felices, optimistas y armoniosas para alcanzar la calidad y la calidez de vida, a lo que tiene derecho la gente del Sur.

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