La pobreza se combate con
nutrición, educación y empleo

La pobreza se combate con<BR>nutrición, educación y empleo

MELVIN MATTHEWS
La pobreza se combate con nutrición, educación y empleo», asegura Carlos Slim Helú, flamante propietario de ¡Claro! Codetel, la principal empresa telefónica de República Dominicana, al anunciar en Nueva York un plan filantrópico junto al ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y el magnate canadiense Frank Giustra, para tratar de disminuir la pobreza en América Latina.

Slim, considerado el segundo rico del mundo detrás de Bill Gate, con una fortuna que la revista Forbes estima en US$49,000 billones- fue persuadido por Giustra, de Vancouver, un magnate mediático y de la industria minera que también fundó la empresa de espectáculos Lions Gate Entertainment, buscando su apoyo a la «Iniciativa para el desarrollo sostenible Clinton-Giustra», como ha sido bautizado el plan. El mismo cuenta con el respaldo de varias empresas mineras y de recursos naturales, pues hay actualmente dos mil negocios de ese ramo, con un capital combinado superior al billón de dólares. Además, la iniciativa recibió el apoyo del BID, cuyo presidente, Luis Moreno, señaló que América Latina carece de proyectos filantrópicos destinados a reducir la brecha entre ricos y pobres.

Según el Banco Mundial, el 25 por ciento de los latinoamericanos vive con menos de dos dólares al día, y 15 millones de personas no tienen acceso al agua potable, mientras 250,000 niños mueren cada año por enfermedades que pueden ser prevenidas.

Slim y Giustra desembolsaron US$100.0 millones cada uno para engrosar un fondo que resulta ínfimo para el enorme reto, pero debido al ostensible prestigio de sus prohijadores, es evidente que lograrán reunir los cuantiosos recursos que demanda un programa social de tanta envergadura.

Clinton y su fundación son interlocutores válidos para coordinar un proyecto tan apremiante en términos humanos; una oferta atractiva que debe ser asimilada por los gobernantes latinoamericanos, al margen de banderías políticas y posturas ideológicas, como una oportunidad única que, combinada a efectivas políticas públicas locales, puede contribuir a resarcir la secular incompetencia oficial en la erradicación de la pobreza, un flagelo bajo el cual vive más del 40 por ciento de la población de América Latina y el Caribe, más de 300 millones de personas, y 18 por ciento no ha superado los niveles de pobreza extrema.

El programa empezará en Colombia, según anunció Clinton, y continuará en México, la tierra de Slim; Perú es el tercero en la lista. Mexicanos y peruanos constituyen dos modelos de naciones donde coexisten tanto la opulencia de las plutocracias y burocracias corruptas y adineradas, como la miseria ancestral que oprime a la mayoría de la clase trabajadora, de campesinos, indígenas e inmigrantes.

Al ponderar la iniciativa, Clinton advirtió: «Nosotros no iremos donde no estamos invitados», lo que significa mucho para el infundado orgullo de la clase gobernante latinoamericana.

En cuanto concierne a dominicana, la pregunta válida es si el presidente Leonel Fernández, quien promueve dentro y fuera de nuestro país una campaña, según la cual, su régimen ha alcanzado cotas de progreso similares a las obtenidas por la República Popular China en los últimos tres años, solicitará una filantropía que, esencialmente, está destinada a naciones supuestamente más desguarnecidas por el hambre que nosotros.

Según la CEPAL, y el propio gobierno dominicano, la República Dominicana tiene un 47 por ciento de personas que viven en la pobreza, es decir, que de cada 100 ciudadanos, 47 son pobres. De ese total, 24 por ciento vive en la indigencia, precariedad extrema que los cientistas sociales la describen cuando una familia gana menos de un dólar diario.

La frase de Slim -«la pobreza se combate con nutrición, educación y empleo»- suena admonitoria de cara a la actual situación dominicana, donde, a contrapelo, la desnutrición, la baja inversión en educación y el irrefrenable crecimiento del desempleo, constituyen tres exponentes fehacientes del fracaso general del Presidente Fernández, quien, a pesar de lo cual, pretende reelegirse, luego de casi ocho años de gestión pública de magros resultados, contando el período 1996-2000.

Un gobernante que habla a borbotones de «progreso», empecinado en la ejecución del sistema del Metro de Santo Domingo carente de prioridad, obra otorgada grado a grado a sus conmilitones, sin transparencia administrativa, con costos estimados en casi dos mil millones de dólares, sin estudios geológicos ni geofísicos, sin análisis de riesgo sísmico, sin estudios ambientales, sin planificación, sin diseños, sin planos aprobados por la Secretaría de Estado de Obras Públicas, y sin poner alternativas, jamás acudirá a la filantropía de Slim, Clinton y Giustra para combatir la pobreza. Allí se requiere transparencia cristalina.

Imbuido de su aventurera idea del «progreso» y del gasto público, Fernández acaba de comprometer en Brasil, sin el permiso de nadie, RD$3,000 millones en la adquisición de 9 aviones de guerra Super Tucano, supuestamente para combatir el narcotráfico, mientras los hospitales públicos se caen a pedazos.

Ante tanto aventurerismo oficial, resulta cuesta arriba pensar que Leonel pida esa asistencia filantrópica, a pesar de tener tan cerca a Slim, dueño de ¡Claro! CODETEL, y a Clinton, asiduo turista de la Costa Este de la República Dominicana.

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