“Parecería que la pobreza tiene que existir para que ciertos sectores puedan ser productivos”, reflexiona Jenny Torres tras años de estudio y análisis de las estadísticas nacionales con el objetivo de entender cómo funciona el mercado laboral dominicano.
Según el sociólogo norteamericano Herbert J. Gans, los pobres realizan un conjunto de funciones que son positivas para los sectores dominantes, los -que tienen el capital económico y social-, y por eso nunca cambiará sustancialmente su condición de pobres.
La experta se interesó en ese ensayo para entender la pobreza en República Dominicana y las causas que explican, “porqué la pobreza siempre sale como un problema importante y cómo es que con tantos recursos no cambia”, a pesar, incluso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
La conclusión es que existe una cantidad muy alta de un empleo que percibe un salario ínfimo y ese empleo está ubicado en sectores que son muy productivos.
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Un análisis realizado en 2019 por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) avalaba que en la zona Sur del país se podía vivir con menos de RD$3,600. A la sazón había aproximadamente 2,000,000 personas cuyo ingreso laboral era menor que la canasta básica del quintil 1 del Banco Central, que rondaba los RD$13,000.
Esos empleados estaban ubicados en puestos de sectores productivos realizando los denominados trabajos sucios, “sucio literal y sucio, además, porque suele ser un trabajo de días que te pagan y que no requiere educación y que no tiene protección social”.
Pero la sociedad no funciona sin el empleo doméstico ni los que limpian las cloacas que son parte de quienes realizan las denominadas funciones positivas de la pobreza, según Gans, sin acceso a seguridad social ni seguro médico ni planes de retiro adecuados.
Un estigma que es garantía
Los inmigrantes sin documentos son apetecidos en la sociedad porque les pagan menos que lo establecido por ley, “y esa gente no puede protestar, o sea, eso no es una cosa que solo pase aquí en Dominicana, eso pasa en muchos lugares”.
Afirma que el hecho de mantener un estigma sobre la población haitiana es una garantía.
Tras analizar la Encuesta Nacional de Inmigrantes con el objetivo de conocer la situación laboral de los migrantes en general, “te das cuenta que los migrantes haitianos ganan menos que el resto de los migrantes y ocupan esos trabajos que son peligrosos y que no tienen protección social”.
El conflicto con Haití por la construcción de un canal para desviar las aguas del río masacre, según Torres, es evidencia: “Fíjate cómo sectores, incluso conservadores del país, han salido en defensa de la apertura de la frontera, porque necesitan la mano de obra”.
Sostiene que sucede lo mismo con la explotación de la población venezolana en República Dominicana que todavía no tiene sus documentos y se le paga menos.
Agrega que se están empleando muchos venezolanos como camareros de restaurantes, por ejemplo, con menores salarios que los dominicanos con documentación, quienes saben que tienen derechos y están sindicalizados o pertenecen a un gremio.
“La pobreza parecería que tiene que existir para que pueda ser productivo ciertos sectores”, colige Torres.
Concluye que hay mucha población haitiana que trabaja en sector turismo, “entonces el sector económico crece fruto de pagarle poco a una población que no se puede defender”.