La poesía mimetizada

La poesía mimetizada

Ni Saussure, ni Wittgenstein, pueden ayudar a un poeta a construir un poema; pueden, eso sí, ayudar a descomponer en sus partes los poemas escritos por otros poetas. Esos dos lingüistas, magníficos para el análisis del lenguaje, no son muy útiles, para la creación literaria. En los tiempos que corren, las modas publicitarias son determinantes en la conducta de los consumidores; también en las preferencias académicas de los profesores universitarios. Antiguamente, un catedrático no se dejaba llevar por “opiniones con poco fundamento”, expresadas por sujetos sin “las debidas credenciales”. La mayor parte de los viejos profesores disfrutaba colocándose a contrapelo de las modas dominantes.

Ya no es así. Las humanidades no están en boga; la filosofía se reputa un saber inútil, o “de bajo voltaje” cognoscitivo, en comparación con las ciencias naturales. Las personas interesadas en la historia del pensamiento filosófico, se avergüenzan de sus inclinaciones por las ideas generales. Todos quieren ser “especialistas”; un experto generalista es hoy un hombre sin profesión concreta. Los humanistas del pasado gozaron de gran prestigio; ahora son objeto de franco menosprecio. Todas las disciplinas de las humanidades se consideran saberes anticuados, declinantes, en extinción acelerada. En muchos programas educativos europeos, Platón, Kant, Nietzsche, son trozos opcionales de historia de la filosofía. El estudiante puede estudiarlos si lo desea; pero no es obligatorio.
La poesía, algunas áreas de la literatura, han sido parcialmente absorbidas por el “hoyo negro” de las humanidades. Felizmente, la poesía puede estar presente en la cinematografía, en el ensayo, en ciertas formas de la narración. A los hombres de hoy no les ha faltado la ración imprescindible de poesía para conservar la salud corporal y el equilibrio psíquico. La poesía, en situaciones culturalmente anómalas, puede mimetizarse; o utilizar vehículos especiales para manifestarse.
Versos y estrofas, es la manera formal y conocida en que la poesía se ha hecho patente a las viejas generaciones. Desde que los versos rimados desaparecieron y las formas estróficas fueron desechadas, el poeta puede invadir, sigilosamente, el extenso campo de la prosa. Y así la poesía fluye, sin efectismos literarios, ni artificios retóricos y penetra en las almas desprevenidas de los lectores de revistas y periódicos. Una forma de contrabando artístico.

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