La poesía que busca liberarse de la realidad

La poesía que busca liberarse de la realidad

La literatura y la poesía, ejercidas con sensibilidad y un claro compromiso social por parte de escritores e intelectuales, tienen que plantearse imperativos trascendentes, no limitados a un mero deleite estético o estrictamente cultural.

La denuncia persistente y responsable de perniciosas tendencias que apartan a  los ciudadanos de una vida recta y provechosa, es una valiosa contribución, un llamado a la conciencia en defensa de valores esenciales para la convivencia armónica.

Poderosamente influido por esa mística, el poeta José Mármol se ha propuesto escribir, a través del misterio de la palabra y el pensamiento, para subvertir en el lenguaje y la imaginación el régimen opresor de la “realidad establecida”.

Se trata, no hay duda, de una aspiración suprema, toda vez que nos invita a estar alertas frente a vicios, tentaciones y malas artes, para tener la valentía y la capacidad de no dejarnos seducir por la vigencia de enajenantes patrones sociales.

Con ese objetivo y en el marco del acto en que recibió el Premio Nacional de Literatura, Mármol hizo un enérgico pronunciamiento en contra de lo que definió como “la orgía de sangre y oro de los poderes fácticos,  la aberración humana de las guerras y el hecho bochornoso de la inversión de la jerarquía de valores”.

Tan importante como ese señalamiento fue su crítica directa al engaño de quienes habrían de tener el deber de dirigir a las naciones para beneficio de sus ciudadanos, haciéndolo, en cambio, para su particular y vergonzoso beneficio.

 Aunque dejó sobre el tintero los nombres propios, pues eso compete a las instancias que deben actuar, sin dobleces ni selectividad,  contra la prevaricación y el tráfico de influencia, Mármol hizo de esta forma una clara referencia a la corrupción, un mal acentuado que carcome cimientos de la sociedad dominicana.

Para una mayor precisión sobre el repertorio de aspiración ciudadana, el laureado escritor dejó bien establecido que escribe para que la poesía, en cuanto que profunda virtud del espíritu poseso de una lengua y una cultura, sea, como lo soñó el poeta y libertador José Martí, parte esencial del progreso verdadero de la humanidad y de la educación de los pueblos. En un escenario que contó en el Teatro Nacional  con la participación de una nutrida representación de diferentes sectores de la sociedad, con sus palabras enjundiosas Mármol cautivó al auditorio, especialmente en un momento emotivo en que su diáfano lenguaje se trabó y sus ojos se nublaron de emoción, amor y nostalgia al compartir con los invitados varios episodios de su entorno familiar.

Sus referencias a su padre José Dolores (don Lolo), fallecido hace ya 27 años, a su tercer hijo, Rubens José, quien apenas hizo un asomo al mundo que duró cuatro días, y a su madre Antonia, que no es consciente de lo que le rodea o acontece, excepto de la presencia y cariño que le prodigan sus hijos, revelaron que además del gran escritor que nos obsequia con su creativa poesía, tenemos en Mármol un ser humano noble y sencillo que, sin dejarse envanecer ante reconocimientos, se muestra agradecido por lo que le ha deparado la vida.

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