Todas las tareas emprendidas para crear conciencia y evitar que el desconocimiento y el olvido puedan permitir la reedición de hechos infames merecen apoyo y reconocimiento en la sociedad y, muy especialmente, si tienen como objetivo adicional, no menos relevante, apoyar una causa social noble, meritoria y valiente.
Cada uno de estos trascendentes elementos están presentes en la obra Casa de Sombras, fruto de una empresa artística e intelectual lograda con la conjunción de talentos, voluntades y sensibilidad humana del poeta José Mármol y el fotógrafo Herminio Alberti.
Apoyado en las imágenes captadas por este consagrado artista del lente en la llamada Casa de Caoba, Mármol ha producido poemas que llaman a reflexionar profundamente y a repudiar la degradación con que el dictador Rafael Leónidas Trujillo convirtió ese recinto en una mansión de ignominia y abyección.
A un objetivo de tan elevada significación como evitar que un vergonzoso olvido impida a las nuevas generaciones conocer el horror y la barbarie de esa época, se une respaldar con la venta del libro la labor que realiza el Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (PACAM).
Fue precisamente esa finalidad, de un extraordinario alcance en favor de las mujeres víctimas de maltrato físico y sicológico, así como de violencia económica y de género, la que logró vencer la sorpresa y reserva con que Mármol recibió la invitación de Alberti a coparticipar en este libro.
La perplejidad y resistencia inicial era explicable porque, independientemente del cariño y la admiración que ambos se profesan, el poeta sintió que esta vez el amigo le pedía demasiado, toda vez que debía escribir pasajes poéticos sobre un lugar de depravación del exclusivo uso del tirano y sus acólitos.
Como era de esperarse luego de un dedicado tiempo para la meditación y la inspiración, el sorprendido entonces fue Alberti cuando un buen día Mármol le llama para decirle “tenemos libro”, lo que este artista del lente recibió con desbordante entusiasmo.
Ahí comenzó a montarse una obra que ha tenido gran impacto y acogida desde la misma noche de su puesta en circulación en el Teatro Nacional, donde muchos de los presentes adquirieron sus ejemplares después de escuchar los poemas en la voz de Mármol en un documental de un apreciable contenido artístico.
En el comienzo de este singular aporte a la bibliografía nacional, Mármol hace una magistral descripción: mausoleo de arrogancia, Tristes y harapientas las manos que alzaron este antro de dolor. Hasta el cielo rechaza, encapotado y mudo, la insolencia que asoma sobre la putrefacción. Casa oscura, morada de sombras, donde hizo la muerte su guarida”.
A seguidas, la imagen sobre los escombros de una desvencijada ventana inspiró a Mármol a recrear y transportar al lector a un tétrico escenario para llevarlo luego a condenar el abuso a la inocencia infantil perpetrada por el tirano, con estas interrogantes acompañadas de respuestas:
Hacia dónde mira la ventana si afuera el paisaje dice desolación.
La leyenda se aferra a la imagen de un dolor. Aquella niña hermosa en la flor de sus abriles, entregada, inocente, sin saberlo su madre, como víctima, tan tierna, de la perversión. Llora, la niña de adulta sus encantos.
Hacia dónde mira la venta si adentro el paisaje se hace lágrimas, dolor.
Un coñac brilla como el oro en su pureza, unas manos tambaleantes de morbosa lascivia, una voz que requiebra su timbre sin pudor. Un grito estremecido, un cuerpo adolescente despojado de su honor.
Hacia donde ha de mirar esa ventana rota, a no ser un baldío recuerdo de dolor.
Mármol merece ser felicitado por esta contribución a la lucha contra la crueldad y la opresión; Alberti por la aventura literaria de la que está gozoso, y Soraya Lara porque Casa de Sombras le ayudará a aliviar la suerte de muchas mujeres desdichadas.