La Policía

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UBI RIVAS
Uno de los grandes retos que afronta el presidente Leonel Fernández es inequívocamente la reforma integral y profunda de la Policía Nacional, conjuntamente con las normalizaciones de la prima del dólar, servicio eléctrico y Comer Primero en robustecimiento de los mercados de productores del Inespre y los Comedores Económicos en todo el país, sobre todo, en las barriadas misérrimas.

Lograr estas metas troncales es como asegurar la extensión en el mando supremo del PLD más allá del 16-08-08 y sin esos logros confinar al PLD al término de esta segunda administración del partido morado.

La Policía ha solicitado un presupuesto para el año venidero de $4 mil millones, de un total de $150 mil millones, mientras Educación ha hecho lo propio por $19 mil millones, ambas solicitudes, justificadísimas e imperiosas.

El 19 de octubre último el presidente Fernández acudió a la explanada frontal de la Policía asegurando el apoyo del gobierno del 57% de los dominicanos que propiciamos y votamos para que ascendiera al Solio Presidencial, pero fue con las manos vacías, con tan solo su apoyo moral y sabido que con eso no es posible acudir al supermercado a llenar al carrito.

El presidente debió acudir a ese acto solemne señalando en la explanada 30 unidades de vehículos patrulleros nuevos y 5 saltamontes, una parte adquirido por el gobierno y otra donada por empresarios que creen en la viabilidad del país y que en la seguridad hay un porciento alto en la normalización de sus gerencias.

El presidente debió señalar 80 sargentos policías portando ametralladoras Uzi, como jefes de las patrullas de esos 50 automóviles y 30 saltamontes, porque él debe entender que a mano pelada no se juega la pelota caliente de la Policía con los delincuentes que poseen en muchos casos Uzi adquiridas en la frontera del desmovilizado ejército haitiano que la venden a $30 mil como si fueran papas.

Descreo que la inducción de la violencia a partir del 16 de agosto último tenga el propósito identificado en el PRD para crear dificultades al presidente Fernández, como descartó el titular de las FFAA, almirante Sigfrido Pared Pérez, y lo atribuyó al estado de descomposición total, que el presidente definió como «sistémico», que flagela a la sociedad dominicana hoy.

Un estado de descomposición social que viene larvado a partir del 30-05-61 cuando saltaron hecho añicos los controles de la delincuencia y pasó a articularse en clanes mafiosos conectados con el narcotráfico, una parte porcentual alta de la criminosidad alarmante que tiene aterrada a la sociedad dominicana.

Otro componente troncal que genera la diseminación de estos negativos contravalores éticos está conectado con la pobreza, la extrema pobreza, el abandono y la indefensión de 3.6 millones de dominicanos que vegetan en la pobreza y 1.9 millones en pobreza extrema, en indigencia penosa, que estremece la conciencia de los encallecidos de ella.

De casi dos millones de desempleados que vigoriza los juegos de azar, lotería estatal y privada, hípicas, gallos, bancas de apuestas y los consabidos clandestinos palé, caraquita, rifas, aguante y sanes, refugios de los sin esperanza.

Claro que también amerita una depuración profunda de la Policía en todos sus estamentos, desde rasos hasta generales, para limpiarla lo más posible de elementos indeseables, proclives a lo reñido con la moral, como decenas de oficiales y generales que usufructuaron centenares de vehículos ajenos, aún no esclarecido del todo.

La ciudadanía aspira una Policía confiable y no el enemigo que tiene hoy de frente que no garantiza ni sus bienes ni su seguridad física.

Una Policía confiable en la magnitud que es confiable el presidente Fernández, uno de sus grandes atributos, unido a su talento, cultura, paciencia, serenidad, todo lo cual hace previsible el dominio de los retos que confronta, enunciados en la primera parrafada de esta entrega.

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