Cientos de miles de personas llenaron las calles de Hong Kong para una marcha anual de protesta del Día de Año Nuevo a medida que el movimiento prodemocrático de varios meses de duración se extiende ahora a 2020 con renovada violencia entre la policía y los manifestantes.
Al menos cinco personas fueron detenidas por causar daños luego de que jóvenes radicalizados y vestidos de negro se separaron del grupo principal de manifestantes y atacaron bancos y cajeros automáticos con pintura en aerosol, martillos y bombas incendiarias. Rompieron señales viales, sacaron ladrillos de las aceras y erigieron barricadas en las calles del distrito financiero, en el centro de la ciudad.
Los bancos y las empresas identificadas con China continental han sido blanco frecuente de manifestantes radicalizados. La policía usó rocío irritante, gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los manifestantes más violentos, aunque el gobierno dijo en una declaración, que sus agentes han estado “desplegando la fuerza mínima necesaria“.
La marcha finalmente se suspendió a las 6:15 de la tarde, a pedido de la policía, aunque miles de personas permanecieron en el área y muchos aún tenían que partir desde el punto de partida, en el parque Victoria. La manifestación masiva siguió a enfrentamientos nocturnos entre la policía y los manifestantes en la víspera de Año Nuevo en un distrito comercial poblado densamente.
La policía también usó gases lacrimógenos, rocío irritante y cañones de agua para dividir a los grupos de manifestantes que bloquearon el tráfico y prendieron incendios en la calle en el distrito de clase trabajadora de Mong Kok. Las protestas comenzaron en junio de 2019 en respuesta a una propuesta de reforma legal que había permitido la extradición de residentes a la China continental, donde podrían enfrentar posibles torturas y juicios injustos. La ley se retiró, pero antes los manifestantes ampliaron sus demandas para pedir reformas en el territorio semiautónomo chino. Hong Kong atenuó sus celebraciones de Año Nuevo por las protestas, que afectaron seriamente a las ventas minoristas, al turismo y al ocio nocturno.
Los manifestantes se dieron cita también en la estación de metro Príncipe Eduardo, a donde la policía entró hace cuatro meses golpeando y empleando gases lacrimógenos contra unos disconformes que no tenían forma de huir. Ese incidente es uno de los muchos que los manifestantes presentan como un caso de abuso policial del que no se ha responsabilizado a nadie.