La Policía

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UBI RIVAS
La Policía Nacional es el organismo estatal más cuestionado de siempre, porque su misión es la de preservar la integridad de los ciudadanos y extranjeros y también cuidar la propiedad pública y privada. Recuerdo que el mayor general EN Neit Nivar Seijas, fallecido a destiempo, siempre insistía que la Policía «es la antesala del infierno», en alusión a su misión y lo difícil de ejercerla, sobre todo en los tiempos en que le tocó jefearla, es decir, los terribles 12 años del presidente Joaquín Balaguer.

Presenciamos hoy una creciente espiral de violencia que en los cinco meses primeros del año en curso se registran 1,259 crímenes, entre ellos, 48 homicidios, conforme insertó HOY en su edición del 04 del presente mes.

Tanto el vocero presidencial Roberto Rodríguez Marchena como el director de Prensa de la Presidencia, Rafael Núñez, emitieron un concepto unísono en el sentido de que no atisban una solución rápida a la contención de la violencia que mantiene en ascuas a la ciudadanía y dificulta por vía del temor, las inversiones.

A esa nebulosa de desasosiego se añade la impronta del siempre tremendista doctor Franklyn Almeyda Rancier, titular de Interior y Policía y se presume, superior al titular de la uniformada, que por cierto, no registró la última vez que ese subalterno visitó a su superior inmediato, en el sentido de que la Policía carece de gerencia y que de 32 mil agentes, 35 mil prestan servicios particulares, que no laboran en sus servicios específicos.

«La Policía se maneja con torpeza, vive improvisando todo, vive creando cosas con siglas bonitas y no hace nada», precisó el titular de Interior y Policía, hombre lampiño de lengua y también caracterizado de no aceptar ser baúl de nadie.

Aludió a que solo cinco mil agentes patrullan las calles, sin espeficar si las de la capital o las de las ciudades del país y que el planeamiento es incorporar veinte mil en esa fanea, adquirir dos mil vehículos.

En presencia de la quiebra del orden porque la Policía no tiene facultades logística para acorralar al crimen porque se presume que los antisociales podrían duplicar el número de los agentes en un rápido arqueo conservador, el titular de las FFAA, almirante Sigfrido Pared Pérez declara el 07 del presente mes la presteza de los institutos armados para auxiliar a la Policía en labores de patrullajes en los barrios álgidos, condicionado a la autorización del Presidente de la República, en su rol de supremo camandante de las FFAA y PN.

La noble oferta del titular de las FFAA podría diluirse al reflexionar que los soldados de la patria tienen una misión muy distinta a los policías y en ese contexto, también un entrenamiento diferente y la prueba es que cuando el presidente Balaguer designó militares para sustituir a policías en la jefatura del llamado «cuerpo del orden» como identifica el general Simón Díaz a la Policía, los resultados nunca fueron los mejores.

En realidad la Policía lo que requiere para que realice con idoneidad la función específica que la atribuye la ley es logística, equipamento moderno no solamente en armas, sino en otros adminículos, el primero, los benditos sueldos condignos, no los $3 mil miserables de hoy, seguros médicos y de salud y de vida a los policías, unidades móviles y también contra-motines, tanquetas y camiones lanza agua coloreada.

Finalmente, un jefe policial que comprometa a los subalternos a rendirle cuentas personales por sus hechos, positivos o negativos, buenos o malos, en el terreno no de las sanciones, sino de lo personal, en el desafío directo, como siempre evoco en estos casos el planteado por el mayor general (r) José de Jesús Morillo López al iniciar su gestión luego de concluir la guarda de abril. ¡Ay, papá, quien se atreve a reverdecer ese laurel imperecedero!

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