La política compay

La política compay

Millizen Uribe

Pese a los enfrentamientos físicos y verbales escenificados por danilistas y leonelistas, este fin de semana, en su lucha degradante por alzarse con las rentables candidaturas legislativas y municipales, no se debe caer en la tentación de creer que Duarte se equivocó al definir la política como la ciencia más pura y digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles.

El fundador de la República Dominicana tenía razón. Lo que está pasando hoy día en los partidos dominicanos nada tiene que ver con la política.

La política partidaria se refiere a lucha de ideas, de visiones de país, de competir por ver quién representa, en el Estado, esas ideas y visiones. Ahora vemos luchas de intereses, pero no colectivos, y ya casi ni partidarios, sino más bien de grupúsculos dentro de instituciones que cada vez son menos partidos y más empresas.

La lógica, por ende, es mercantilista y no política. El poder importa, ya no como medio para la transformación colectiva, sino para la acumulación personal e individual de riquezas.

Como consecuencia, la democracia representativa no existe. La nación es tremendamente desigual, independientemente del constante crecimiento económico.

Irónica o extrañamente es justo la política la que podría sacar a la República de este atolladero. La política de la que habló Duarte. Esa que se basa en la participación de todos y que no limita el derecho a aspirar en la tenencia de dinero para costear las sumas millonarias en las que se cotizan las candidaturas en el país.

La política que respeta el derecho a elegir y no lo condiciona en el clientelismo o en el asistencialismo, por lo que no hace negocio en base a la pobreza y necesidades de las personas.

Hay que volver a esa política y a partidos que servían al país y en esta misión la ciudadanía tiene un rol esencial: romper con la tradición e innovar al elegir líderes políticos diferentes. Cambiando la forma de afiliación y organización política.

Volver al origen de los partidos políticos, cuando eran entidades de representación de los intereses ciudadanos.

Hace falta entonces que la ciudadanía se exprese, que reclame sus derechos. Que entienda que ante la falta de partidos que, como decía Bosch, sirvan al país, hay que dejar de esperar a los mozos y pararse e ir directamente al buffet.

España da un ejemplo con la existencia de partidos como Podemos, que tendrán éxito electoral en la medida que la ciudadanía comprenda que ellos, y no los tradicionales, representan los intereses colectivos.

En República Dominicana también hay que intentarlo. Después de todo, una de las acepciones del concepto política señala que es “el arte de hacer posible lo necesario”. Y aquí se necesita una República equitativa y democrática.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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