La política fiscal de Trump es un imposible. Reduciendo impuestos a los ricos, gastando más y sin disparar el déficit, dice que duplicará (4%) el crecimiento de la economía. Se apoya en la inefectiva curva Laffer, que pretendía llevar a la categoría de teoría una supuesta relación inversa entre crecimiento económico y tasa impositiva.
Desmentida por las evidencias históricas. George W. Bush rebajó los impuestos y lo que logró fue una crisis económica catastrófica. Bill Clinton los subió y lo que se produjo fue un auge económico que duró varios años.
No obstante las evidencias el hombre no aterriza. Su hachazo fiscal tiene como punto central la reducción de 35% a 15% el impuesto a las empresas, y reducir de siete a tres los tramos del impuesto sobre la renta de personas físicas. Incluyendo un trato benévolo para las repatriaciones de capital de las empresas.
Interpretemos las posibles consecuencias sobre nuestra economía. El ahorro de impuestos a las empresas, podría convertirse en menos recaudación en nuestro país, también en menos reinversión de beneficios. Lo primero está claro, preferirían liquidar sus ganancias en Estados Unidos. Lo segundo lo abordamos citando estadísticas. De acuerdo con la Cepal, en los últimos diez años la inversión extranjera directa en el país fue de veintitrés mil millones de dólares, el 40%, un poco más de nueve mil millones de dólares, por reinversiones. Si les reducen la factura fiscal, la orientación del capital podría cambiar. En lugar de reinvertirse en el país, tendría vocación para regresar a Estados Unidos. La explicación es que con un tipo nominal de 15%, los Estados Unidos se estaría aproximando a la calificación de paraíso fiscal.
En Latinoamérica provocaría “guerras fiscales”. Nos obligaría a una reforma fiscal con mucho más calado de lo pensado, para evitar que la política fiscal de Trump drene nuestra recaudación para engordar la suya. Implicaría eliminar o reducir la distancia entre 26%, la tasa teórica que se paga en el país, y el 15% de que habla.
Además, solucionar de manera racional lo de las subvenciones y desgravaciones que frenan la recaudación fiscal. Ampliar la base tributaria y simplificar el sistema impositivo para, entre otras cosas, cerrar las numerosas rendijas legales que han facilitado la ingeniería fiscal, que sin violar el Código, ha permitido que empresas, principalmente extranjeras, paguen menos impuestos.
Reforma que deberá estar apoyada por un análisis de equilibrio del impuesto sobre la renta con las demás cargas, para reordenar su importancia. Calcular cuáles tasas impositivas puede bajar o subir, teniendo como norte aumentar los ingresos del Fisco y estimular el ahorro privado, para garantizar que la economía se mantenga creciendo sobre 5% en el mediano plazo.
Por inconsistente, es difícil que el Congreso apruebe el hachazo fiscal de Trump, se suma la pérdida de apoyo de su propia gente, no ha querido o no ha podido hacer la transición política que se le reclama, creo en lo último, improvisa con un estilo brutalmente directo que pocos soportan. Abiertamente se habla de sacarlo de la Casa Blanca, el detonante podría ser sus erradas declaraciones con motivo de los disturbios raciales de Charlottesville, Virginia, que en lugar de unir amplió la brecha social y racial.