La política y el etanol

La política y el etanol

JIMMY GARCÍA SAVIÑÓN
Es indudable que la política absorbe todas las actividades de la vida nacional, cualquier tema que sea de interés de los dominicanos es de inmediato politizado. Es el caso actual del etanol, a raíz del viaje a Brasil del presidente Fernández y la posibilidad de que inversionistas de ese país incursionen en la producción del combustible en nuestra nación.

Este tema no es nuevo para los dominicanos; en la década de los 50 el dictador Trujillo hizo promulgar una ley que ordenaba la mezcla de las gasolinas con etanol, aunque en realidad no llegó nunca a implementarse. El tema toma interés de nuevo en nuestro país al producirse la escala alcista del petróleo, pero en Brasil la producción y mezcla de las gasolinas con etanol se implementa desde 1973, precisamente a raíz de una crisis petrolera mundial.

En estos días leía un artículo del buen amigo Arturo Martínez Moya en que éste, como buen opositor al actual Gobierno, pone en duda que vengan capitalistas brasileños a invertir en etanol en República Dominicana, ya que, según Arturo, en todos los viajes del Presidente éste anuncia grandes inversiones que nunca se concretizan. En este caso Arturo no tiene razón, pues el grupo Infinity Bio Energy anunció por cuenta propia, no a través del presidente Fernández, su inversión en una planta deshidratadora y una destilería de alcohol en el ingenio Boca Chica.

Es el mismo proyecto anunciado hace más de un año por la empresa local Etanol Dominicana y sus socios del Consorcio Tecno Deah, con inversión sueca, solo que en este caso tanto los suecos como los socios locales reducen su participación para darle cabida al grupo brasileño, que tiene a su disposición recursos y tecnología.

Pero Arturo asume algunos parámetros errados para dudar de la inversión, algunos técnicos y otros políticos; en este caso solo me referiré a los técnicos. Dice Arturo que el promedio de producción de caña por hectárea sembrada en la República Dominicana es de 1.3, totalmente errado, el promedio actual del ingenio Boca Chica, que está haciendo zafra agrícola es de 3.5 toneladas de caña por tarea, es decir, unas 55 toneladas de caña por hectárea, y este es un promedio bajo, pues en el caso de otros ingenios del país la producción es mucho mayor.

Con este error Arturo comete otro relacionado, y es la cantidad de terrenos necesarios para una molienda de dos millones de toneladas de caña. Asumiendo el promedio actual del ingenio Boca Chica, se necesitarían 36,363 hectáreas para producir la caña necesaria y el ingenio tiene como propias 5,422 hectáreas, pero el área donde está ubicado Boca Chica hace posible que la caña de los colonos de Ozama, Monte Plata, Guerra y toda la Sabana de Guabatico pueda ser molida en Boca Chica, y no dudemos que con una buena inversión en caña propia y financiamiento a los colonos se pueda conseguir sin mayores problemas la caña necesaria para esta molienda.

Otro punto en que Arturo yerra es el relativo a los mercados. Bajo los esquemas de la iniciativa de la Cuenca del Caribe y el DR-CAFTA el país puede exportar etanol a los Estados Unidos, y también es factible exportarlo a Europa, mercados hacia donde se dirigirá la producción dominicana de etanol, ya que el propio presidente Fernández se encargó de hacerles saber a los inversionistas brasileños que por el momento la mezcla no será posible en la República Dominicana, a pesar de la nueva Ley de Incentivo al Desarrollo de Energía Renovables, pues como las gasolinas tienen altos impuestos, en la medida en que se sustituyen por etanol se caen los ingresos fiscales del Gobierno.

Este mismo grupo, Infinity Bio Energy, está interesado en ampliar su inversión hacia los ingenios Consuelo y Quisqueya, arrendados al Estado por el mismo grupo de Boca Chica, es decir, Etanol Dominicana, pero el Gobierno tiene interés en que estos ingenios sean asumidos por accionistas del Central Romana y la Casa Vicini, liderados por el actual Canciller, en un supuesto proyecto para producir etanol, luego de que se compense a los actuales arrendatarios de dichos ingenios, pero que yo personalmente pienso que de llevarse a cabo la idea expresada en Brasil por el presidente Fernández, de que estos grupos inviertan en los referidos ingenios, el proyecto a desarrollar será de azúcar y no de alcohol, pues para eso la Cancillería dominicana busca afanosamente una cuota azucarera en Europa.

Como vemos, en este caso Arturo Martínez Moya se equivoca y la inversión brasileña será una realidad que traerá grandes beneficios a una industria que ha estado deprimida durante años. En los demás casos a que Arturo hace referencia que juzgue el lector si es como vende el Gobierno o como pregona la oposición.

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