El gobierno y las diferentes áreas del poder, sea la municipal o la congresional, deberían poner su atención en las causas efectivas de las protestas que con creciente frecuencia sacuden las calles del país. La autoridad se va esterilmente por la tangente si antes de buscar solución a los problemas sociales se pone a atribuir color político a la rebeldía de la gente, pues la nación está compuesta por ciudadanos de bandería diversa. El sambenito de señalar a opositores como mentores y guías de manifestaciones de reclamo comunitario ya cansa. El esquema de razonamiento que lleva a esa excusa debería ser extirpado.
Partidistas o no (pues político es todo el mundo a fin de cuentas) lo que tienen que hacer los dominicanos que reclamen algo al Estado, en uso de sus derechos, es mantener su activismo en el marco del respeto al orden público; no importa cuán desesperante sea la situación que se derive de las inacciones o desaciertos de administraciones públicas. Lo importante es no cejar en las demandas hasta que el gobierno demuestre que tiene oídos y que va a dar respuesta, pues muchas veces lo que lleva a la radicalización y al amotinamiento callejero es la falta de diligencia o atención frente a los sectores populares.
Abran paso a esa producción
La veda, ya demasiado prolongada, a la carne blanca y huevos de producción nacional mantenida por las autoridades haitianas, perdió asidero como tenía que ocurrir. Lo primero es que no está impidiendo que en los hechos tales artículos atraviesen la frontera, zona perforable por cualquier punto por los contrabandistas y comerciantes informales. Lo único que logra es mantener injustamente bajo el suministro de unos comestibles que por dicha traba se encarecen en perjuicio de una inmensidad de consumidores de bajos recursos.
Han faltado esfuerzo y aplicación de técnicas de laboratorio para demostrar, de una vez por todas, que para ningún destino de los productos avícolas dominicanos encierran algún peligro de contaminación, ni para humanos ni para otras aves. Hay que derribar esa barrera. La efectiva y suficiente infraestructura de producción local está lista para un renovado y abundante flujo de exportaciones hacia el vecino país.