La política y los pobres

La política y los pobres

El antropocentrismo que impregna la conciencia de alguna  gente le hace creerse la mejor de las especies, cuando la verdad es que algunos seres humanos son peores que muchos animales. Narra la fábula que en una exhibición de pintura, le fue señalado a un león, el cuadro de un cazador que había matado varios cachorros con un solo disparo. La fiera preguntó acerca de la autoría del dibujo y cuando se le dijo que era obra de un hombre respondió: no me extraña puesto que si lo hubiera pintado uno de mis congéneres dicho lienzo tendría una perspectiva diferente.

En la vida política de una nación, en donde la diversidad es la regla, es notorio el que cada uno relate el cuento a su manera. De igual manera, la visión de un individuo dependerá de su ubicación en la escalera social.  Es por ello, que no debe extrañarnos el hecho de que la desgracia de alguien signifique la salvación de otro. Cuando todos pierden en la apuesta, el dueño de la banca se regocija de placer. Si escasean los productos, los especuladores hacen su agosto, mientras que cuando abundan las mercancías se abarata su precio reduciéndose el margen de beneficio para el comerciante.

Los segmentos marginados y empobrecidos pasan gran parte del año en forzado ayuno y solamente consiguen llenar sus estómagos el día de Nochebuena. En ese instante se produce una amnesia temporal de las carencias que les acompañaron durante 364 días.  Es gracias a esa propiedad de la mente que ciertas figuras políticas logran reciclarse luego de que el fuego de la mentira y el engaño redujera su maderaje a carbón y quizás hasta a cenizas. El mimetismo camaleónico, la astucia zorruna y el arrastre serpentino permiten a determinados actores dramaturgos y comediantes entretener al público, guiándolo el 16 de mayo cual manso rebaño a las mesas electorales, con el propósito de legitimar el derecho al usufructo del poder.

Y mientras unos ríen, bailan y gozan, los pobres rumian penas, dolores, miseria y muerte. Digo que rumian, puesto que ya no pueden llorar, ni gritar, porque sus lágrimas se han agotado y la laringe está ronca de tanto vocear sin que se les oiga. ¿Quiénes son las víctimas mortales del narcotráfico y de los encuentros con las patrullas? son los pobres. ¿Quiénes tienen los índices más bajos de escolaridad y llenan las salas de los hospitales y las cárceles del país? son los pobres. Pero la pobreza no se combate con dádivas, ni con mano dura. Se combate con una amplia política educativa de calidad, mayores ofertas de trabajo con adecuada remuneración, así como con un mejor reparto de las riquezas que genera el país. 

Es por todo lo antes enunciado que me uno al poeta nacional y haciéndole coro declamo: “Si alguien quiere saber cuál es mi patria/ se lo diré algún día… Cuando todo milagro sea posible/ y ya no sea milagro el de la vida./ Ahora no la busque./ No pregunte por ella todavía”.   

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