Al publicarse en el 2004 el primer volumen de la trilogía Millenium, del malogrado escritor sueco Stieg Larsson, quien no pudo disfrutar del éxito alcanzado por los impactantes tres volúmenes, el mundo cultural europeo y luego el de los otros países, experimentaron una acelerada pasión por la novela negra de autores suecos, adquiriendo una popularidad mundial increíble.
No obstante, antes de Larsson, ya existían autores suecos de novela negra, confinados inicialmente a su entorno casi polar como Henning Mankel y los esposos Maj Sjowall y Per Wahloo, quienes en la década del 60 se consideraron como los propulsores de ese estilo en Europa.
La novela negra no es de patente sueca o nórdica, sino sus raíces se desprenden de Estados Unidos con aquellos libros de Edgar Allan Poe y en el siglo XX también de otras nacionalidades como Desmond Chandler, Edgar Wallace, Agatha Christie, Dashell Hammet, Eric Ambler y otros.
Sin embargo, la notoriedad y popularidad de los suecos y demás escritores nórdicos es incuestionable y mantiene en muchos países la primacía en las ventas, destacándose las escritoras Camille Lackberg, Assa Larsson, Mari Jungstedt, Anne Holt, Karim Fossum, que junto al noruego Jo Nesbo constituyen una fuente literaria increíble a la cual se les han unido muchos autores de otros países.
La explosión de la novela negra ha cautivado a los demás países europeos y hasta a los hispanoamericanos, donde el aporte de los cubanos Leonardo Padura y Amir Valle es impresionante por la valentía de sus temas, que si bien de ficción, nos plasman en sus páginas críticas en contra de la situación actual de su país.
Los países más fríos de Europa, Islandia, Irlanda, Dinamarca, Finlandia, Suecia y Noruega, e incluso Rusia, tienen sus autores apasionados con el estilo de su novela negra, muy distinto al de otros autores como los norteamericanos. Los nórdicos atraen al describir los vacíos existenciales de los protagonistas, combinando su agudeza e instintos investigativos con sus fracasos matrimoniales o de pareja, su pasión por la bebida, escasez de relaciones con sus compañeros, aparte de ser muy desordenados en sus hogares. Eso le da a la novela negra nórdica una dimensión más humana, son más comedidos en sus trabajos policiales y existe un empeño de esos autores en destacar las personalidades de seres abrumados por las más diversas angustias y aspiraciones.
En la parte más cálida de Europa, hay otros exponentes del género negro. En Italia se destaca el formidable Andrea Camilleri con su personaje policial Montalbano, que imprimiéndole agudeza de genio, jocosidad y cinismo, ha conquistado a los lectores, al igual que la francesa Fred Vargas, la alemana Gissa Klonne, el italiano senador Gianrico Carofiglio. También los españoles, enganchados al estilo nórdico, atraen a esos amantes del género que aquí en el país disfrutan de esas novelas gracias a los esfuerzos de la librería Cuesta.
Anteriormente la novela negra adolecía de calidad, era tenida a menos por los intelectuales apegados a otro tipo de creación literaria, la veían como simple evasión. Pero los suecos, como otros nórdicos como Arnadul Indridason, Tania French, Ian Rankin, Jan Costin Wagner, Leena Lehtolainen y otros cambiaron las perspectivas por el contenido de sus obras, donde el lector se sumerge en consideraciones éticas y sociales muy valiosas, aportando ideas e inquietudes para enriquecerle su acerbo cultural.