La prensa; ¡ah, la prensa!

La prensa; ¡ah, la prensa!

MANUEL E. GÓMEZ PIETERZ
Para los fines de este artículo, es prensa cualquier medio periódico de información, expresión, interpretación y divulgación oportuna de noticias y opiniones de interés del público. El concepto es en cierto modo equivalente al de periodismo. Hay en consecuencia una prensa escrita, una prensa de voz radial, una prensa televisiva de voz e imagen y una prensa electrónica que en forma pasiva o interactiva llega al público vía internet a través de la pantalla de su computadora.

Con las noticias, la prensa nos informa lo que acontece en un punto dado del mundo en un momento dado, más esa información que es la noticia, no agota el acontecimiento, no transcribe su total realidad, sino su plausible interpretación por el periodista.

El canadiense Marshall Mc»Luhan, para nosotros el mayor teórico de los medios de comunicación en la era de la revolución electrónica, clasificó tales medios según su efecto enardecedor en la conducta del espectador, en calientes hasta fríos. El medio más caliente es el de la palabra escrita: la prensa tradicional en todas sus modalidades. Le siguen los medios radiales, y por último en el extremo frío de la escala coloca la televisión. Creo haber leído en uno de sus libros, que si Adolfo Hitler hubiera pronunciado sus incendiarios discursos ante la televisión, el nazismo hubiese muerto en la cuna. Según Mc»Luhan, debido a la perfección de los medios, ahora vivimos en una aldea global. En la pantalla de televisión de la sala de nuestra casa podemos enterarnos de lo que está pasando en el mundo. Postuló también que «el medio es el mensaje».

De cuantos bienes se ofrecen y demandan en el mundo de hoy, ninguno es más importante que la información. De su veracidad y oportunidad dependen las cruciales decisiones de la economía y la política que afectan a millones de personas y varían su comportamiento. El dominio de la información se consustancia con el poder mismo. De ahí que se haya designado la prensa como el cuarto poder. Y la peligrosidad de una prensa controlada y particularizada por grupos de presión que actúan al margen de un compromiso con la sociedad que defina y obligue a una positiva ética periodística.

Pero el poder de la prensa no deviene exclusivamente de su acceso a la información, sino de su mística relación con el público que llega a considerar que la información es válida no para su fiel correspondencia con los hechos, sino porque lo dijo el periódico. El medio se convierte en mensaje y la capacidad de informar se amplía con la de desinformar. Hoy por hoy, la prensa es un medio tanto de información, como de desinformación. Que predomine lo uno o lo otro, dependerá del grado de compromiso social del medio y sus directores, incluyendo sus propietarios.

Vis a vis los males y problemas que en esta gran crisis afectan y mortifican a la sociedad dominicana mayormente en sus estratos medios y bajos, ¿han desempeñado nuestros medios de prensa un rol satisfactorio en defensa de la mayoría? Limitémonos al inclemente flagelo de la inflación y el agiotismo.

La corrupción rampante, el desbocado clientelismo político, el desastroso manejo de las finanzas públicas y el propósito reeleccionista del anterior gobierno, desestabilizó nuestro sistema económico hasta el punto de desatar la peor crisis de nuestra historia republicana. La vertiginosa devaluación de nuestro signo monetario, disparó el grave proceso inflacionario que todos hemos vivido y padecido.

Pero con relación al aumento de la tasa de cambio, los precios se han disparado disfuncionalmente. Sin ninguna proporción con los costos reales. De hecho «la prima» se ha convertido en simple pretexto para el agio. Y por eso, a pesar del estrepitoso descenso del precio del dólar, la hiperinflación «no se da por enterada»; y los especuladores recurren a una concertada campaña propagandística para convencer al perplejo consumidor, que está más barato lo que en el «súper» le cuesta más caro. Vernácula y poco convincente dialéctica del mapuey y la batata.

Nuestros honestos especuladores, fieles al ético principio de que lo suyo es ganar, recurren al apoyo fiduciario de la prensa. Porque como el medio es el mensaje, y el medio es prestigioso ante el público lector, y además se sustenta con la venta de espacio para la propaganda comercial; si el periódico dice que competimos y los precios bajan, es porque realmente competimos y los precios bajan.

Desde el nada despreciable aspecto de su interés comercial, nuestra prensa ha desempeñado su rol a cabalidad. Desde el de su irrenunciable compromiso social, el análisis está pendiente. Porque en el grey consumidora prevalece la pública convicción de que los precios no bajan perceptiblemente. ¡Aunque lo diga Leonel!

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