ST. PETERSBURG, Florida.- Estoy en Estados Unidos participando en una conferencia del Poynter Institute acerca de por qué el periodismo importa, el nuevo entorno en que operan los medios y cómo puede afectarse la democracia por el efecto de la crisis económica en la salud financiera de las empresas mediáticas o periodísticas.
Al escuchar a mis colegas airear sus temores (de entre cien participantes casi una quinta parte ha perdido su empleo en las últimas semanas), sus esperanzas y sus expectativas, me parece venir del espacio sideral.
Hace unos días cerró el Rocky Mountain News, el principal diario de Denver, que dentro de pocos días habría cumplido ciento cincuenta años de fundado. En Seattle, existe la posibilidad de que esa ciudad la más importante de noroeste americano- se quede sin periódicos ante el inminente cierre de sus dos diarios. Los dueños de Miami Herald andan buscando a quien venderle y no aparecen compradores. En los principales periódicos de Nueva York, Chicago, Los Ángeles y otras ciudades, ha habido dramáticas reducciones de personal forzadas por la disminución de circulación y de ingresos por publicidad, debido a la recesión que es casi depresión.
¿Y cómo es que la industria periodística de los Estados Unidos anda en un desbarajuste tan enorme y en Santo Domingo continuamos teniendo ocho diarios de circulación nacional ninguno de los cuales da signos de apuros económicos? ¿Cómo puede ser que los propios barones de la prensa toleren, permitan o condonen que ciertos medios impresos, de televisión y radio compitan deslealmente evadiendo el peso de sus costos financieros, gracias a los malabarismos políticos post-quiebras bancarias?
La democracia dominicana tendría mucho más sentido y el interés de los ciudadanos estaría mucho mejor servido si esta superabundancia mediática se corrigiera a sí misma como cuando los ríos desbordados vuelven a su cauce.
Es una paradoja. Mientras en los Estados Unidos algunos expertos están considerando el efecto perjudicial que puede tener la desaparición de medios por causa de la crisis económica: votantes sin noticias carecen de información para tomar buenas decisiones; en Santo Domingo el daño a la democracia es por exceso, porque muchos medios sólo sirven el espúreo y estrecho interés de sus propios presidiarios, perdón quise decir propietarios.
Mientras los empresarios honestos sigan sin molestarse porque los igualen a los otros, hay poca esperanza de tener una mejor democracia. ¡Qué tragedia!