La prensa

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Cada año, al darse el informe sobre el ejercicio del periodismo, aparece un número considerable de comunicadores que pierde la vida en el mundo. En el del 2008 el número fue de sesenta.

Por suerte este balance fue menor a los ochenta y seis del 2007.

Hay situaciones, como es el caso de la guerra o catástrofe, en que el ejercicio de esta profesión conlleva peligro.

Pero en esto tiene mucho que ver condiciones políticas.

En la China, por ejemplo, asesinaron a golpes el año pasado al periodista Wei Wenhua por ejercer un periodismo ciudadano en la web.

Lo más común en el pasado eran los regímenes políticos tiránicos que se colocaban por encima de las libertades públicas y privadas, especialmente en América Latina.

Esto llevó a que muchos comunicadores pasaron por cárceles, sustos terribles y, otros, encontraron la muerte violenta.

Sin embargo, a todo esto se suma ahora con creces intereses oscuros que tratan de salirse con la suya violentando los derechos democráticos y la convivencia pacífica de las sociedades.

La gran batalla ahora es con el mundo bajo del crimen y de la delincuencia que mediante atropello, amenaza y chantaje busca detener que se conozcan nombres, imágenes y perfiles de individuos que desean colocarse por encima del derecho y de la ley.

Es una etapa desafiante la que vive el periodismo en estos momentos.

Dentro de este contexto se toma en gran preocupación los pocos niveles de garantías y seguridad.

Lo más terrible que podría ocurrirle a una sociedad es verse sin una prensa que pueda denunciar, condenar y exigir el cumplimiento de las normas y de los principios.

Todos debemos cerrar filas para impedir que el ejercicio de la libre comunicación disminuya ante el poder siniestro de sectores oscuros que desean llevarse todo por delante.

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