La preocupante crisis de representación en República Dominicana

La preocupante crisis de representación en República Dominicana

Las actuaciones de los líderes o dirigentes políticos, tanto en el ejercicio del poder como fuera de él, están contribuyendo, en nuestro país, con la creciente falta de fe que muchos y muchas advertimos en parte del pueblo en los partidos políticos, llamados instrumentos de participación política en nuestra accidentada, y aún imberbe democracia, a pesar de su mayoría de edad.

Los partidos políticos dominicanos se han convertido, en gran medida, en medios al servicio de los que los conducen, quienes, sin necesidad de legitimar con sus propios organismos deliberativos internos, toman las decisiones que comprometen a la colectividad, con el consecuente impacto en los mecanismos de representación política con que cuenta la ciudadanía.

Se advierte una preocupante crisis estructural en los partidos políticos como agentes de cambio, de avance y de progreso, lo que desvirtúa su sagrada misión institucional. El desgaste y el debilitamiento de los partidos políticos dominicanos tiene graves consecuencias en la población dominicana que siente cada vez más que el PRD, el PLD, el PRSC y otros tantos, responden al mismo esquema clientelista, paternalista, corporativista, burocratista y arrivista.

Esas pobrezas, distorsiones y debilidades ponen en tela de juicio la mediación y representación a la que conduce la labor de los partidos políticos, como mediadores entre el pueblo y los estamentos del poder político.

Sin ideologías, sin programas sinceros de desarrollo integral, sin capacidad para crear opinión pública y mucho menos discursos políticos serios y coherentes con la práctica, carentes de vínculos con la ciudadanía, que no sea para buscar el voto, lejos de jugar su rol de medios de transformación social positiva, los partidos políticos han creado en una gran parte del pueblo la creencia de que no están siendo representados por ellos. De ello se deriva la falta de interés en que estos llamados instrumentos de la democracia sean los canales adecuados para representar los intereses y demandas ciudadanas.

En la medida en que se han ido agotando las funciones que dieron razón de ser a los partidos políticos, de creación, de formación y guía, que es lo mismo que de participación y deliberación de las mayorías y de las minorías, de movilización y participación plural, se ha ido incubando una crisis de gobernabilidad, unida a su crisis institucional, que contribuye cada vez más con la abstención y la no participación en los procesos, lo que unido a la innegable crisis económica y de cansancio cívico y desesperanza democrática y descreimiento en las instituciones, dejan abiertas las posibilidades para el surgimiento de actores civiles o militares que pueden capitalizar la confusión y el cansancio de la ciudadanía de ver que con los políticos tradicionales no se avanza, sino que por el contrario en muchos casos se retrocede. No pongamos el candado después que nos roben. Aun cuando la corriente es alta y no se ven signos de que la lluvia de corrupción, impunidad y malas artes en el ejercicio del poder y en el manejo de los partidos políticos se detendrá, estamos a tiempo para hacer un alto en el camino para pasar revista a nuestra historia, las oportunidades perdidas y las potencialidades de desarrollo real que todavía tenemos, para lo cual se necesita el concurso sincero de todos y todas, de manera preponderante de quienes tienen la responsabilidad de dirigir los partidos políticos y los poderes públicos y fácticos de la nación. No perdamos la oportunidad de iniciar el verdadero proceso de transformación y de desarrollo económico, social, cultural, político e institucional que necesitamos y que merecemos.

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